Libro

Jarvis Cocker

Buen pop, mal pop. Un inventarioBlackie Books, 2023

A sus 60 años recién cumplidos, Jarvis Cocker tiene un estatus, tallado en piedra, de gloria nacional británica. La reciente gira de reunión de Pulp, su grupo de siempre, ha confirmado el alcance y adoración que se le tiene y ha subrayado que la banda esté en el olimpo musical de su país. Sus canciones han trascendido fronteras y generaciones y han pasado a formar parte del gran canon del pop británico. Aparte de lo estrictamente musical, ha tenido una estimable carrera en solitario, presentó durante años un programa radiofónico en la BBC, ejerce de editor literario y, en general, se encuentra por encima del bien y del mal. Siempre inteligente, siempre genialoide, Jarvis goza de un prestigio a prueba de golpes que le permite atreverse con distintos experimentos creativos y salir indemne de ellos casi siempre.

El que nos ocupa es su primer libro como autor, pues el anterior “Madre, hermano, amante” (“Mother, Brother, Lover. Selected Lyrics”, 2012; Reservoir Books, 2012) era una recopilación de letras, más que cualquier otra cosa. El volumen venía a demostrar por enésima vez que Cocker es uno de los mejores compositores y letristas de cualquier época de la música. Así pues, “Buen pop, mal pop. Un inventario” (“Good Pop, Bad Pop. An Inventory By Jarvis Cocker”, 2020; Blackie Books, 2023; traducción de Eduardo Rabasa) es su debut como autor. Si hubiera que definirlo en una palabra, sería “autobiografía”, aunque una muy especial, como no se podía esperar menos del inglés.

La premisa es que Jarvis se mete (literal y figuradamente) en un espacio de almacenamiento para encontrar determinados objetos a través de los cuales va recordando historias de su vida, trazando una suerte de línea temporal emocional. Esos objetos son bastante banales: el envoltorio de un chicle, una pastilla de jabón, camisas encontradas en mercadillos y así. Pedazos cotidianos con los que va completando la historia de su educación sentimental y musical. Al final de cada capítulo, el cantante va decidiendo si tira a la basura el citado objeto o si se lo queda.

Todo ese bric-à-brac no es más que un macguffin para presentar su autobiografía, contada a saltos, sin preocuparse demasiado en resultar lineal. Como trasfondo de esas historias va apareciendo su familia, su colegio, sus amigos y Sheffield como telón de fondo geográfico que lo impregna absolutamente todo.

A medida que avanzan los capítulos, el truco de los objetos como guías emocionales se va haciendo un tanto cansino. El hallazgo es original, pero lo verdaderamente interesante es lo que cuenta. Llega el punto en que el lector desearía que le diera la vuelta a la tortilla y transformara el libro en una autobiografía convencional. Los relatos son divertidos y atrapan a la primera (sin desvelar nada: su trabajo en un puesto de pescado en el mercado, un accidente que sufre intentando impresionar a una chica y, por supuesto, el nacimiento y desarrollo de Pulp, una odisea en sí misma). Es decir, el fondo acaba superando por mucho al continente y estas memorias se acaban viendo un tanto constreñidas por el aspecto formal elegido.

El último de los objetos que aparecen en el libro es la carta de admisión a la escuela londinense St. Martin’s College, recibida en 1988 (más tarde mencionada en “Common People”, su canción más emblemática). De esa manera, “Buen pop, mal pop. Un inventario” termina poco antes de que Jarvis consiguiera encontrar su camino en el mundo de la música. La sensación al acabar es clara y automática: se necesita de inmediato una segunda parte que lidie con los años de fama, éxito, resaca, ansiedad y búsqueda de una nueva vida. Ojalá llegue pronto y no necesariamente con la misma estructura que la primera, que aquí queda completa y un tanto extenuada. ∎

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