John le Carré, entrevista-documental.
John le Carré, entrevista-documental.

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John le Carré, capturado y adaptado en pantalla

El documental “Volar en círculos, de John le Carré” es una rara ocasión de ver a John le Carré hablando de su vida y milagros (literarios) frente a una cámara. Y hablando, además, con el famoso documentalista Errol Morris, que esta vez persigue el homenaje antes que el cuestionamiento. Comentamos la película de Apple TV+ y, de paso, aprovechamos para recordar las mejores adaptaciones al cine y la televisión de la obra del maestro de la ficción de espías.

Hace ahora siete años, cuatro antes de su fallecimiento, John le Carré (1931-2020) se decidía a quitar atenciones a otra biografía suya y contar él mismo anécdotas de su aventurera vida –de espía, de diplomático, de escritor amante de la investigación de campo– en “Volar en círculos” (“The Pigeon Tunnel. Stories From My Life”; Planeta, 2016), memorias que han inspirado un documental homónimo del estadounidense Errol Morris que Apple TV+ estrena mañana.

David John Moore Cornwell, nombre real del escritor, era algo reacio a las entrevistas, así que escucharle hablar durante hora y media, atendiendo además a las preguntas de un gran entrevistador, tiene algo de milagro. Fueron sus últimas conversaciones grabadas, lo que subraya la condición de pequeño acontecimiento de “Volar en círculos, de John le Carré” (Errol Morris, 2023).

John le Carré con Errol Morris, director del documental.
John le Carré con Errol Morris, director del documental.

Con le Carré nunca se supo del todo bien dónde empezaban los hechos y dónde la ficción. Vivió para observar, abstraer y escribir. Incluso antes de las citadas memorias, muchos de sus libros contenían elementos autobiográficos o se alimentaban de personas a las que había conocido. Sobre algunas de sus vivencias prefirió mantener el más alto secreto; en el documental corre un tupido velo sobre su vida sexual y amorosa, es decir, sobre las infidelidades exploradas por su biógrafo Adam Sisman en “The Secret Life Of John le Carré” (2023).

Errol Morris tampoco parece presionarlo para indagar. En esta ocasión, el famoso interrogador se muestra más amable de lo habitual y opta claramente por el homenaje, sin empujar en exceso a le Carré a salirse de la versión de su vida que quiere mostrar. De hecho, se podría llegar a decir que Morris apoya esta visión ligeramente épica: al metraje de entrevista y al material de archivo y cinematográfico se añaden recreaciones con preciosa fotografía de Igor Martinović, conocido por su trabajo en “House Of Cards” (Beau Willimon, 2013-2018) o “The Night Of” (Richard Price y Steven Zaillian, 2016). Merece la pena leer la agitada entrevista entre el cineasta y David Marchese de ‘The New York Times’, en la que el primero se enerva bastante cuando el periodista insinúa una posible tensión entre lo que esperaba sacar de le Carré y lo que este finalmente le dio.

Imagen de “Volar en círculos, de John le Carré”.
Imagen de “Volar en círculos, de John le Carré”.

La película no es una adaptación estricta del libro de memorias. Morris respeta su principio y final. Se abre con un pasaje sobre el pigeon tunnel –“túnel de las palomas”– del título original del libro, aquellas galerías oscuras por las que avanzaban las palomas destinadas a servir de diana a los caballeros de un club deportivo de Montecarlo y a cuyo punto de partida volvían sin rechistar las que sobrevivían. Se cierra también con la historia de los pantalones de Rudolf Hess, una gran broma final sobre el caos de la Historia.

Por lo demás, Morris reduce la variedad de temas, anécdotas y personajes del libro e incide especialmente, siguiendo el fluir de las conversaciones, en la obsesión de la traición. Con ella convivió el escritor desde muy joven, si recordamos que su críptica madre dejó el hogar cuando él tenía cinco años y que su padre fue un conocido estafador que, según el relato de le Carré, trató incluso de esquilmar a su propio hijo cuando este se convirtió en autor de best sellers.

El escritor espía.
El escritor espía.

Después están los traidores fuera del entorno familiar, el más destacado de ellos Kim Philby, jefe de contraespionaje del MI6 que resultó ser un espía ruso: la mayor inspiración de le Carré para “Calderero, sastre, soldado, espía” (1974), tercera parte de la serie de George Smiley, descrito en la película por el escritor como “el padre ideal que nunca tuve”. Morris descarta la opción del repaso exhaustivo libro por libro para centrarse solo en unos pocos, como “El espía que surgió el frío” (1963) o, más particularmente, “Un espía perfecto” (1986), “una versión paralela de muchas cosas que me pasaron”, en palabras de Cornwell.

Como cabía esperar de un aficionado a la epistemología como Morris, “Volar en círculos, de John le Carré” acaba siendo una reflexión sobre la verdad, que según le Carré existe pero está fuera de nuestro alcance. Una especie de documento guardado en la más inaccesible caja fuerte por una tercera persona. ∎

Adaptando al enigma


El espía que surgió del frío”
(Martin Ritt, 1965)

La primera adaptación a la pantalla del universo le Carré, estrenada dos años después de la edición de este libro revelación, todavía figura entre las mejores. Es fría, como la clase de guerra que retrata, y fascinante. Richard Burton brilla como Alec Leamas, exresponsable del espionaje inglés en Berlín Oriental que se convierte en cebo de una operación. Desenlace devastador, más que el de la novela.


Llamada para un muerto”
(Sidney Lumet, 1967)

Como Paramount tenía los derechos del nombre “George Smiley”, James Mason interpreta aquí a un tal Dobbs, esto es, Smiley en un momento bajo, desencantado entre otros motivos por los engaños de su esposa (Harriet Andersson). Lumet observa Londres sin cariño, con distancia, ayudado por la fotografía descolorida de Freddie Young. Música de Quincy Jones, tema principal cantado por Astrud Gilberto: casi nada.


Calderero, sastre, soldado, espía”
(John Irvin, 1979)

El director John Irvin, eficiente artesano y reivindicable estudioso de la masculinidad, rodó este clásico de la tele británica antes de saltar a Hollywood en los ochenta. Alec Guinness brilla como un ambiguo Smiley, igual que tres años más tarde en “Los hombres de Smiley” (Simon Langton, 1982), que le Carré se vio obligado a escribir en tres semanas después de descartarse un primer guion escrito por otro. No se nota en absoluto.


El sastre de Panamá”
(John Boorman, 2001)

Una adaptación a la que habría beneficiado el formato de miniserie: condensar la trama y los matices morales de esta novela en menos de dos horas era difícil. Boorman zigzaguea sin mucha armonía entre el thriller y la buddy comedy. Pero merece la pena revisarla por el duelo interpretativo entre un casi contenido Geoffrey Rush y un Pierce Brosnan que se deleita en la amoralidad.


El jardinero fiel”
(Fernando Meirelles, 2005)

Tras la proyección conseguida con “Ciudad de Dios” (2002), Fernando Meirelles dirigió una película menos parecida a aquella que a “El paciente inglés” (Anthony Minghella, 1996), que una década atrás había convertido a Ralph Fiennes en emblema del romance torturado. Justin Quayle (Fiennes), diplomático británico en Kenia, trata de resolver el asesinato de su esposa Tessa (Rachel Weisz), activista de Amnistía Internacional inspirada, según escribió le Carré en “Volar en círculos”, en la verdadera filántropa Yvette Pierpaoli.


El topo”
(Tomas Alfredson, 2011)

Detalles infinitos y un puñado de pistas falsas son la materia prima de una trama densa como la peor niebla. No obstante, es fácil dejarse llevar por su mood: la elegante dirección de Tomas Alfredson, la fotografía ocre de Hoyte van Hoytema o la música de un par de Iglesias (Alberto y Julio, que aporta su versión de “La mer”, de Charles Trenet) dan forma a una experiencia sensorial en toda regla.


El hombre más buscado”
(Anton Corbijn, 2014)

Fue el canto del cisne del añorado Philip Seymour Hoffman, crudo pero sensible como jefe de una unidad de espionaje antiterrorista que trabaja secretamente para la inteligencia alemana. Dejando un poco atrás la estilización de “Control” (2007) y “El americano” (2010), Corbijn apostó por un estilo realista y vibrante, cámara al hombro, que puede convertir al propio espectador en una especie de espía.


La chica del tambor”
(Park Chan-wook, 2018)

Tras el éxito (no tan merecido) de “El infiltrado” (David Farr, 2016), Simon y Stephen Cornwell, hijos de le Carré, volvieron a producir una miniserie basada en un clásico del padre. Superior a la adaptación al cine de 1983 (dirigida por George Roy Hill), “La chica del tambor” es otra muestra del dinamismo formal de Park Chan-wook. Y Florence Pugh convence como la actriz seducida por dos agentes del Mosad para infiltrarse en un grupo terrorista palestino. ∎

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