Cómic

Julio César Pérez

El fin del gran arteBelleza Infinita, 2021

Un grupo organizado de psicopedagogos naturistas pretende destruir el sistema desde sus entrañas. “Son amantes de las metáforas y muy nostálgicos”, informa el consejero de la corte al soberano rey Babar.

“El fin del gran arte” se ampara en la representación. En la suya propia. Lo que tiene lugar en sus páginas es, desde esa cubierta que es súbdita de sí misma, una impostura. Para empezar, un teatrillo: un grupo de paquidermos interpreta una pieza política sobre la necesidad de la rebelión. Ese primer acto “de peso” dará lugar a la circunstancia siempre ridícula del demiurgo, un vasallo de la creación artística que ahora debe alzar el telón de sus habilidades, su gracia y su talento para poner en escena este libro, esta movida, esta obra elefantiásica que es en parte una enmienda al clásico del cuento infantil de Jean de Brunhoff.

Este primer cómic del pintor y dibujante Julio César Pérez (Barcelona, 1974), conocido por las viñetas de sátira poética que firma como Amarillo Indio, es la crónica de una insurrección íntima que, entre sus preocupaciones, maneja el cansancio general que asola este mundo de grandes mamíferos, el problema de la autoconciencia, los rituales del arte y el sabotaje propio del temperamento artístico que a menudo sume al artista en la culpabilidad de estar siendo un impostor como el que son el resto de artistas, esa caterva de farsantes. Y, como rumor de fondo, la mayor prueba de inteligencia y sabiduría humana: el humor.

Con ascendencia en el garabato y un trazo de más expresión en el tremor que en el trapío, el trabajo de Pérez transcurre también muy cuidadoso con el texto, preciso con la palabra escrita, que aquí se presenta sobre mesa de mayo, pronta y desnuda, para dar lugar a un galimatías de orfebre. Un trabajo literario infrecuente en el mundo del cómic, que lleva al lector hasta la noción de estar sufriendo una embolia y, sin embargo, entendiendo muy bien, con claridad de ensalmo, de qué demonios se le está hablando.

“El fin del gran arte” verdea y se alza y verdea y se alza y, finalmente, se logra una lectura de embrujo guadianesco. Un tebeo acuñado en modales antiguos pero de regusto bisoño. Muy disfrutable cuando chapotea como un crío en el descubrimiento de las particularidades del lenguaje, en esa tesorería del tiempo y el espacio que solo poseen el cómic, la música y la poesía para, a continuación, retomar sus cavilaciones más contento, más nuevo, todos un poco más tranquilos. ∎

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