Miguel Gallardo

Miguel Gallardo (1955-2022) tuvo muchas vidas en muy poco tiempo, y en una de ellas fue un joven dibujante politoxicómano con una desvergüenza solo igualada por su talento, ese que volaba libre y descontrolado en los años setenta y ochenta y que nos dejó muchas páginas intoxicadas de un sentido del humor salvaje y gamberro pero también muy inocente. Ahora, La Cúpula reúne algunas de ellas en “Los sueños del Niñato”, recuperación de uno de sus mejores trabajos, quizá el último de sus años del post-underground barcelonés y sin duda una obra que se debe leer.

¡Y qué barbaridad ofrece “Los sueños del Niñato”! Las aventuras oníricas del protagonista, el Niñato del título, son una excusa para una serie de divertidos viajes y revisiones psicotrópicas de los principales hitos e iconos de la historieta, y también de la pintura y el cine. Un joven Gallardo, en solitario o aliado con un entonces también joven Juanito Mediavilla (1950-2022), se lanzó a citar y homenajear todo lo que le pasaba por la imaginación o tenía a mano en su biblioteca: Tintín, Little Nemo, Los 4 Fantásticos de Jack Kirby, las bruguerianas Hermanas Gilda, EC Comics, el estudio de animación UPA, E.T., Yves Chaland, Popeye… Nada ni nadie estaba a salvo de aparecer en sus viñetas. Pero este descarado ejercicio de apropiacionismo no resulta estéril ni deja un simple homenaje oportunista, porque Gallardo insufla de nueva vida gamberra a todas sus versiones de la cultura de masas. En sus viñetas, el célebre anuncio de anís “Enfría el mono” (1985) cobra un nuevo significado, lo mismo que los delirios de la historieta “Mono” (1984). “Claro, porque entonces lo estaba pasando muy mal”, declaró Gallardo en 1997 a la revista ‘U, el hijo de Urich’. “Yo estaba en las mismas circunstancias que el Niñato, consumiendo muchas substancias nocivas, y cuando hacía las pesadillas de mono del Niñato te puedo asegurar que sabía de lo que estaba hablando”.

Que esta maravilla alocada naciera como spin-off de Makoki para la revista ‘El Víbora’ a comienzos de los ochenta, porque Pepín Cebolledo “el Niñato” al principio solo era uno de esos majaras que formaban “la Basca” –la pandilla de inadaptados que acompañaba a la que es una de las grandes creaciones del tebeo español, underground o no es lo de menos–, deja a las claras la imparable creatividad de Gallardo (y también de Mediavilla, claro). Este álbum, que recopila en gran formato material publicado originalmente entre 1982 y 1988 en ‘El Víbora’ y en el álbum “Los sueños del Niñato” (1986), ya justificaría una carrera y solo es una más de las aportaciones fundamentales de un Miguel Gallardo al que algunos siempre echaremos de menos.

Por cierto, la veterana editorial catalana La Cúpula parece empeñada en recuperar para el mercado español grandes clásicos inclasificables y necesarios, y como prueba ahí está su reciente “Krazy Kat. Páginas dominicales 1916-1917”, de George Herriman, un material cuya rareza luce de maravilla en su edición restaurada, traducida y rotulada para la ocasión. Que “Los sueños del Niñato”, con un enriquecedor prólogo de Ruben Lardín, comparta su regreso a las librerías con una edición igual de cuidada que la que se ha dedicado a “Krazy Kat”, uno de los tebeos que expandió los recursos del lenguaje del cómic, es una coincidencia temporal que tiene también algo de guiño divertido y justa reivindicación. ∎