Cómic

Miguel Vila y Lorenzo Palloni

Fortaleza volanteLa Cúpula, 2024

En un par de años, el italiano Miguel Vila (Padua, 1993) se ha hecho un hueco en el mercado editorial estatal. Sus dos anteriores obras publicadas en nuestro país, “Dulce de leche” (2021; La Cúpula, 2022) y “Padualand” (2020; La Cúpula, 2023), ofrecen un detallado catálogo de las obsesiones del autor: el sexo lúbrico y urgente, la falta de ambición y objetivos vitales, el angst mediterráneo y la precariedad en la Europa contemporánea. Pero en esta “Fortaleza volante” (2023; La Cúpula, 2024; traducción de Gema Moraleda) Vila se convierte en el vehículo gráfico del escritor Lorenzo Palloni (Arezzo, 1987), quien arma un artefacto ufológico de primer orden, un auténtico festín para aficionados al misterio –o “estos temas”, como prefiera el lector– y sólido thriller para el público general.

Palloni parte de uno de los descacharrantes casos avalados por el ufólogo Roberto Pinotti, el JJ Benítez transalpino: ni más ni menos que el accidente de una aeronave de origen alienígena en la Italia de Mussolini en 1933, narrado por Pinotti en “Mussolini e gli UFO: gli X- Files del nazifascismo” (2001). Palloni hace suyo el incidente en “Fortaleza volante” aunque no le interesa lo más mínimo la verosimilitud de lo inverosímil, porque se distancia todo lo que puede del trabajo de Pinotti y presenta un elenco de personajes con los que hila un complejo entramado de relaciones de todo tipo. La familia, el pueblo, la pareja (hetero u homosexual), el trabajo, cualquier convención social debe pasar por el filtro del fascismo para poder funcionar en un régimen viciado y asfixiante. Ni siquiera el hecho fantástico, la irrupción de lo imposible, entraña un mínimo de esperanza: la bota del fascismo lo aplasta todo.

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La habilidad de Vila estriba en dotar de corporeidad desde el suceso más extraño al más nimio y banal, de la venganza extraterrestre a la mirada reprobatoria entre hermanos, todo ello bañado por un halo rosa que termina por funcionar pese a lo arriesgado del movimiento. El italiano es un dibujante carnal y juguetón que en ocasiones recuerda al primer Robert Crumb de “El gran libro Yum Yum” (1963), riguroso con la puesta en página, con diseños que llevan más allá la escuela de Chris Ware, y que se encuentra muy cómodo en un registro poco habitual en su trabajo (vestuario de época impecable, naves y artefactos imaginativos). La aparición de unos arquetípicos hombres de negro, del Mothman y los devastadores resultados –físicos y mentales– que deja el encuentro extraterrestre emparentan a “Fortaleza volante” con la obra del estadounidense John Keel (1930-2009), el investigador de lo paranormal que alertó repetidamente sobre la incapacidad de la humanidad para entablar comunicación con inteligencias ajenas, ni siquiera para saludar como correspondería a un encuentro de esas características. ∎

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