Tenemos nueva editorial independiente, Mapa, y hay que enfocar sobre su catálogo: “La solicitante” (“The Applicant”, 2023; traducción de Gala Sicart) es una suculenta novela de autoficción que ha puesto a la turca Nazli Koca, nacida en Mersin, en el radar de las autoras millennials (comparaciones con, oh, Sally Rooney incluidas).
La protagonista del libro, Leyla, es una estudiante instalada en Berlín que tiene serios problemas para renovar su visado. Mientras espera el veredicto final sobrevive limpiando en un hostal y quemando noches en clubes envuelta en una nube de drogas, alcohol, sexo y amistades tan esporádicas como la última raya de cocaína.
Leyla quiere escribir y su intento se plasma en un diario que no solo nos muestra la cara menos glamurosa de la ciudad alemana –trabajos de mierda, expats embriagados por sus ambiciones artísticas–, sino que le sirve para reflexionar sobre la podredumbre de la sociedad neoliberal, las reglas impuestas por los países poderosos a los que llegan desde zonas “conflictivas”, el desarraigo y la importancia (o no) de establecer relaciones que vayan más allá de lo superficial y el jajaja provocado por sustancias de todo tipo.
La escritura de Koca, eléctrica y vibrante, va al hueso: sus reflexiones sobre los lazos familiares dejados atrás, el asfixiante clima de represión e hipocresía en el que están encalladas las nuevas generaciones en Turquía o el ansia por integrarse en un paraíso capitalista que no tarda en mostrar todas sus grietas y trampas para los “diferentes” se expresan con rabia y mucho desencanto, aunque nunca tira la toalla e intenta encontrar su lugar en una sociedad de mierda que solo ofrece precariedad y anestesia vital. Leyla parece ver la luz al final del túnel cuando inicia una relación a salto de mata con un sueco que, aunque está en las antípodas de sus inquietudes, parece ofrecer un remanso estable entre madrugadas narcóticas, apartamentos compartidos y amistades que van y vienen y se confunden entre los beats de música electrónica y subidones de ketamina. Pero ¿es esta probable “normalidad” la solución final a su angustia vital? “Es hora de ver más allá de las manchas y mirarme a los ojos, aunque estén llenos de miedo”, dice, y concluye: “No me volveré a dar a la fuga”.
“La solicitante” es una bofetada refrescante en la cara amable de la sociedad del bienestar, un “fuck you” a una Europa todopoderosa que parece haber olvidado en sus resplandecientes instituciones el significado del adjetivo “empatía”. ∎