Qué placer poder decir “este no es otro libro sobre Palestina”. Si fuera el caso, seguramente el autor contaría que el nakba o genocidio palestino en manos del estado Israel y sus cómplices empezó a ejecutarse en 1948. De que la ocupación sobre el pueblo palestino es mucho anterior a la creación de Hamás. Explicaría que en la actualidad se tacha de antisemitas a los propios semitas, los hijos de Sem, a su vez hijo de Noé, y que engloba tanto a árabes como judios. Explicaría que las lenguas y culturas semitas han compartido mucho a pesar de la homogeneización –no solo lingüística y cultural– que propone el estado genocida de Israel, principal aniquilador de lenguas que deberían ser propias como el yidis, creando otro absurdo y criminal sentimiento de “pureza” de origen. Vemos aquí el problema de cuando se aplican las narrativas únicas, y donde va todo lo que se borra. Por este motivo, este no es solo un libro sobre Palestina.
Omar El Akkad tampoco es solo un escritor, también es un periodista especializado en zonas de conflicto, donde decir solo “guerras” suena breve. Egipcio, nacido en El Cairo en 1982, criado en Qatar y madurado en Canadá. Actualmente reside en una zona rural cerca de Portland, en Estados Unidos. Otro motivo por el cual este no es otro libro sobre Palestina. Es una crónica de cómo la mayor potencia mundial ataca, viola y oprime otros territorios para poder mantener ese estatus. Un sistema basado en “proteger” vive de la supuesta maldad ajena y solo responde bajo sus propios intereses supremacistas. De cómo exponer los conflictos y utilizar un lenguaje directo se considera una ofensa a la población biempensante. Que las convenciones y la moralidad existen en la medida que sirvan para que las élites conserven el poder, y no al inverso. Deben resolverse preguntas como ¿a qué estás dispuesto a renunciar para calmar el sufrimiento de otros? o ¿existe de verdad este Occidente educado y libertario? Sabe que viviremos momentos en los que todos estaremos obligados a responder.
Como periodista experimentado, ha estado en campos de entrenamiento para viajeros a zonas de conflicto, y nos explica sus prácticas de iniciación, bastante útiles. Su profesión lo lleva muchas veces a ser turista en las desgracias de los demás, en las que importa el cuidado que pongas a la hora de difundirlas. Dinamita la objetividad del periodismo, cuyo uso de la lengua lo aleja de la lengua y lo acerca a la destrucción del significado. Por ejemplo, si desde el otro bando no tienen la misma capacidad para defenderse, no estamos hablando de una guerra a la par: es un exterminio. Para unos la violencia tiene un techo –un tope–, mientras que para otros no tiene fondo ni se plantea un final.
A través de su experiéncia, El Akkad, en “Algún día –cuando no entrañe riesgo alguno, cuando podamos llamar a las cosas por su nombre, cuando sea demasiado tarde para exigir responsabilidades– todo el mundo habrá querido estar siempre en contra” (“One Day, When It’s Safe, When There’s No Personal Downside To Calling A Thing What It Is, When It’s Too Late To Hold Anyone Accountable, Everyone Will Have Always Been Against This”, 2025; traducción de Celia Filipetto; edición en catalán en L'Altra Editorial), también habla de uigures, una minoría chino-musulmana atrapados en Guantánamo; de los acuerdos de paz entre Egipto e Israel, del asesinato de Anwar al-Sadat; de los migrantes económicos de Qatar y de las poblaciones invisibles que sostienen el sistema. De cómo se exige a ciertos migrantes que se integren, mientras que a otros se los deja que ocupen, sin dar nada más que gentrificación en su lugar. De cómo no hemos cambiado el sistema, el sistema nos ha cambiado a nosotros. Nos pregunta ¿cuál es la verdadera franja incivilizada? Y nos recuerda que los afligidos no necesitan consuelo, necesitan lo que los acomodados han tenido siempre.
En su última actuación, dentro de festival croata INmusic, Seun Kuti, el hijo más joven de Fela, que tocaba acompañado de su banda Egypt 80, se apartó el saxo de los morros para decir: “jóvenes europeos [...] si queréis liberar a Palestina, al Congo, a Sudán, a Irán, a uno nuevo cada semana, liberad Europa del extremismo de derechas, del fascismo, racismo, del imperialismo. Cuando hayáis hecho este trabajo, veréis como el resto se da”. Es así como El Akkad, igual que Kuti Jr., nos enfrenta a los usos que estamos dado a las narrativas para cubrir la crueldad que no podemos sostener. ∎