Cómic

Peter Bagge

¡Odio desatado!La Cúpula, 2024

“Odio” (1990-2011) fue un cómic costumbrista sobre Buddy Bradley, un chaval enrollado y musicalmente inquieto que vivía en Seattle a principios de los años noventa. Cuando explotó en las radiofórmulas la fiebre del grunge, esas cualidades lo convirtieron en la referencia unánime cuando se hizo pertinente rastrear los cimientos del estallido. Os supongo familiarizados con el desembarco del grunge, pero lo resumo igualmente: a causa de un concreto disco de la banda Nirvana, todos los militantes que repasaban revistas musicales y compraban vinilos de estraperlo vieron con estupor que sonidos y estilos que controlaban pero jamás entraban en las listas de ventas de súbito las copaban todas. Se miraban atónitos pero los números lo confirmaban. “¡¿Hemos ganado?!” es buen resumen del instante. Luego la pregunta derivó en “¿pero… quiénes somos nosotros?” y, como el movimiento se concentraba notoriamente alrededor de bandas de Seattle, el mejor espécimen narrativo para ilustrar el suceso resultaba ser este cómic de Peter Bagge (Peekskill, Nueva York, 1957).

Cuando explotó el grunge, “Odio” se referenciaba desde todas las columnas. El autor aún lo aborrece, odia ese “Odio”, el que se transmitía traducido por sucesos posteriores que, mientras lo construía, ni le afectaban ni le podían afectar. Sin embargo, ahí estaba patente el retrato de la generación X, con su postura apática, negligente y desganada. El enterado que ni hace ni valora lo que hacen los demás excepto cuatro cosas raras, que ahora resultaban además ser precisamente lo que le gustaba también a todo el mundo. Algún cantante ha enmarcado encañonamientos con fusil bajo esos concretos argumentos. La respuesta del autor de “Odio” ante la avalancha de analogías fue cambiar de ciudad al personaje, asignarle prole y regalarle un desguace como profesión, hasta terminar la serie en 2011 con un goteo de entregas anuales.

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En todo ese tiempo, El personaje Buddy Bradley continuó protestón y refractario, todo le parecía mal todo el tiempo. Era un remake norteamericano en reedición deluxe con impresión picture-disc y libreto desplegable de las historietas de Don Pésimo, con dólares gastados y guitarras electrificadas. Tras lustros de pausa, “Odio” ha vuelto espoleado por sus lectores españoles, que le tienen más cariño que sus convecinos. El encargo nació aquí, se publicó allí por entregas y ha desembocado en reluciente tomo recopilatorio. Sigue igual porque continúa siendo espejo de la misma generación, muestra la misma desilusión pero con más achaques. “¡Odio desatado!” (La Cúpula, 2024; traducción de Hernán Migoya) arrancará carcajadas a los lectores del viejo “Odio” y a quienes manejen con soltura aquel contexto y a quienes reconozcan a sus cercanos en estas canas impresas. Los demás verán con distancia este periplo de un destello generacional que vio un milagro, una palabra que garantiza la difícil repetición. Seattle ya no está en la ecuación, aunque el nuevo “Odio” sigue respondiendo la misma pregunta troncal, “¿pero… quiénes somos nosotros?”. ∎

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