Danny Boyle, director de “Pistol” (2022), cumplirá en unas semanas 66 años. Los mismos que Steve Jones, coautor junto a Ben Thompson de “Lonely Boy. Historias de un Sex Pistol” (2016; Libros Cúpula, 2017), la autobiografía del guitarrista fundador de los Sex Pistols. Quizá su origen working class, el haber vivido una adolescencia idéntica a la de otros tantos jóvenes británicos –“un día eres joven y de repente eres viejo y vistes como tus padres”–, hagan que la serie que recorre el explosivo ascenso y caída de los Sex Pistols funcione tan bien y se sienta “habitada” más allá de un producto audiovisual creado para la competición en plataformas.
Usando las herramientas que hicieron reinventarse a Boyle en su última reencarnación y la fotografía con textura de su cómplice Anthony Dod Mantle –grano y colores saturados, recuperando el estilo del cineasta oficial de la banda y amigo de la casa, Julien Temple; un exquisito decoupage que recrea el espíritu caótico y provocador de la banda–, “Pistol” funciona infinitamente mejor cuando se deja arrastrar por la adrenalina y los esputos en los primeros episodios que cuando reconstruye las tensiones histéricas e histriónicas de los componentes del grupo, una pandilla de yogurines muy pintones pero de estética vegana que apesta.
No es casual que uno de los aciertos principales de la serie, aparte de la recreación formal –collage, patchwork y demás virguerías que vimos anteriormente en ese referente del biopic gonzo que es “24 Hour Party People” (Michael Winterbottom, 2002)– sea su creador, el australiano Craig Pearce. Atención, ¿quién es este menda ? Pues aparte de responsable del guion de esta serie, también coescribió el de ese monumento que es “Elvis” (Baz Luhrmann, 2022), el biopic del Rey, aún reciente en las salas, continuación de su relación con Luhrmann (también trabajaron juntos en “Strictly Ballroom”, “Romeo + Julieta”, “Moulin Rouge” y “El gran Gatsby”). Atravesada por la misma corriente fatalista, vertebrada por el personaje del mefistofélico mánager Malcolm McLaren –como el Coronel Sanders en la peli sobre Presley–, auténtico protagonista aquí, enfrenta a los componentes de la banda a su naturaleza destructiva.
McLaren, el tipo que decidió quemar el bosque y sacrificar al grupo que creó porque no supo gestionarlo, tan solo tenía 30 años cuando los Pistols eran ya una leyenda, y ya eran 10 años más de los que tenían sus componentes: John Lydon, Steve Jones, Glen Matlock o Sid Vicious… pero también Danny Boyle. Y aún así, le separan 40 años del público al que ahora se dirige. Ese cliente de plataforma para el que “No Future” o “Never Mind The Bollocks” no son más que lemas de una camiseta de H&M. ∎