Como si se tratara de uno de los bucles temporales acostumbrados en las narraciones seriadas de J. J. Abrams, “S. El barco de Teseo” (“S. Ship Of Theseus”, 2013; Duomo, 2023) llega a España diez años después de su publicación en Estados Unidos. En aquel pretérito, Abrams estrenaba su segunda película sobre el universo trekkie, “Star Trek. En la oscuridad” (2013); preparaba como productor la quinta entrega de la saga cinematográfica de Ethan Hunt, “Misión: imposible. Nación secreta” (Christopher McQuarrie, 2015); condimentaba la segunda y última temporada de la fracasada “Revolution” (Erip Kripke, 2012-2014), y cerraba su tercera mejor serie, “Fringe” (Abrams, Alex Kurtzman y Roberto Orci, 2008-2013). El bucle nos lleva hacia ese momento en el que Abrams, con tantos éxitos a las espaldas, pero también varios errores de cálculo, debía replantearse a sí mismo tras haber dado varios giros a la serialidad estadounidense del nuevo siglo.
En medio de esta hiperactividad, Abrams urdió una novela que contiene a otra novela que contiene muchos otros elementos laberínticos, referenciales, filosóficos… Partiendo de un relato que podríamos denominar clásico, desarrolla un concepto más propio de la posmodernidad y el pastiche literario. Abrams tiene –o tenía: anda un tanto discreto en los últimos años– muy buenas ideas, pero ante la magnitud de sus proyectos personales y franquicias que había aceptado liderar –las de “Misión: imposible”, “Star Trek” y “Star Wars”, todas juntas y algo revueltas–, él se convirtió “solo” en el demiurgo y alquimista de “S. El barco de Teseo”. Ideó su concepto y estructura, pero dejó a otro, Doug Dorst, la escritura final de la novela. O, en el fondo, cómo convertir lo que podría ser un proyecto televisivo en un baúl literario repleto de tesoros ocultos. Más allá de la historia, el deleite está en el recorrido esquinado y el descubrimiento permanente.
“El barco de Teseo” se presenta dentro de una caja negra con el título de “S.” y acreditada a Abrams y Dorst, y ya sabemos el valor de las cajas en las series televisivas de Abrams. Una vez cortado el precinto, podemos extraer de ella el libro en cuestión. De hecho, esta supuesta novela escrita por un tal V. M. Straka podría haberse encontrado oculta bajo la arena en la isla de “Perdidos” (J.J. Abrams, Damon Lindelof y Jeffrey Lieber, 2004-2010) o en una de las celdas abandonadas del penal de “Alcatraz” (Steven Lilien, Elizabeth Sarnoff y Bryan Wynbrandt, 2012). O podría ser la pieza codiciada que deben recuperar Sydney Bristow y sus compañeros en un episodio de “Alias” (J. J. Abrams, 2001-2006). Y si en estas historias televisivas las pistas bien dispuestas, el azar, la identidad, la confusión del desdoblamiento y el laberinto son esenciales, no lo son menos en el libro, una cartografía del misterio y de la aventura en la que el lector tiene que desentrañar no pocas incógnitas a lo largo de sus páginas.
¿Quién es V. M. Straka? Nadie, es fruto de la imaginación de Abrams y Dorst. Esta es su supuesta última e inconclusa novela, publicada en 1949. Su título remite a la paradoja filosófica de Teseo, sobre si un barco al que le van cambiando la maderas, las velas y los remos sigue siendo el objeto original o ya es otra cosa. Un ejemplar del libro que reposaba en una biblioteca va pasando años después de un profesor a una estudiante, Eric y Jennifer, quienes dejan anotaciones en los amplios márgenes de cada una de sus amarillentas páginas acerca de las certezas y sospechas que les suscita el relato en cuestión, la historia de un hombre atrapado en un barco demoníaco. De modo que tenemos la novela del imaginario Straka y esa especie de diario compartido que establecen otras dos personas igual de imaginarias, dos historias en una. A medida que desgranamos el relato urdido por Straka, nos adentramos en esta peculiar relación epistolar escrita a mano hasta convertir cada página en un delicioso alboroto. Titánico el trabajo del traductor al castellano, Marcelo E. Mazzanti.
En un proyecto de estas características, el diseño es fundamental. Y así, tras contemplar la portada del libro, encuadernado en un tipo de tela que nos retrotrae a una edición de los años cuarenta o cincuenta del siglo XX, y observar cómo en el lomo, encima del nombre de la supuesta editorial, la neoyorquina Winged Shoes Press, está adherida la etiqueta con el registro de este volumen en la biblioteca, abrimos el libro, pasamos las páginas convenientemente amarilleadas y nos adentramos en un relato intrincado. “Libro para préstamo”, leemos en la primera página. La segunda ya nos pone en situación: alrededor del título aparecen las notas de los dos lectores, una en tinta azul y la otra en tinta negra, y ese procedimiento sigue a lo largo de las más de 400 páginas cambiando los colores. En la cuarta se nos informa sobre otras obras del autor, entre ellas “The Cordillera”, “The Square”, “The Painted Cave” y una que se parece peligrosamente al nombre de la editorial que la cobija, “The Winged Shoes Of Emydio Alves”. Hay un prólogo firmado por F. X. Caldeira, seudónimo de otro personaje inventado, Filomena Xabregas, traductor o traductora brasileña de Straka y responsable de las notas a pie de página que constituyen, en sí mismas, otro relato complementario.
Un placer lúdico. Y apasionante. También denso: necesita la abierta complicidad del lector para seguir las dos historias en paralelo, la novelística y las anotaciones, y desenredar la tupida madeja establecida por los autores de verdad del libro. Los complementos ayudan, y de qué manera. En la tradición de libros como “The Bob Dylan Scrapbook 1956-1966” (2005), “S. El barco de Teseo” incluye notas escritas en hojas de locales o universidades, fotocopias de páginas de otras publicaciones, ediciones facsímil de folletos, reproducciones de telegramas, postales enviadas desde Brasil, cartas escritas con letra menuda y otras más largas con los bordes aguados, fotografías de criptas, cartas de Straka enviadas en los años veinte a la universidad de Upsala, el recorte en mal estado de un diario con el obituario de Caldeira fechado en 1964 y el mapa de un campus dibujado en una servilleta de papel enorme de un establecimiento en Java, que hay que desdoblar con delicadeza porque se rompe como si fuera de aquella época. Al final advertimos que el último préstamo de este raro ejemplar fue el 14 de octubre de 2000.
Abrams dijo en una ocasión que prefería el misterio al conocimiento: “El misterio es la base de toda ficción”. Y añadía: “La identidad personal es el resultado de una construcción geométrica más que del idioma. Lo que intento hacer es inventar mensajes que sean interpretados”. Como en el carácter mitológico y las sucesiones numéricas de “Perdidos”, las alteraciones fantásticas de “Fringe” o las reapariciones de presos medio siglo después de que cerraran Alcatraz en la serie homónima, el misterio y los mensajes descifrados se convierten en la base de la novela… o lo que sea que es “S. El barco de Teseo”. Hoy que están de moda los espectáculos inmersivos, el de Abrams y Dorst resulta un libro inmersivo. Una filigrana que requiere atención y ofrece intriga, bibliofilia arcana, descubrimiento, exigencia narrativa, literatura popular y una fascinación que nace de dejarse llevar por los propios mecanismos del doble relato. Y el gusto por el libro físico; fue publicado originalmente cuando el e-book campaba a sus anchas y es literalmente imposible de trasladar al formato electrónico. Otro placer, el de lo tangible. ∎