Película

Sobre todo de noche

Víctor Iriarte

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“Esta es una historia de violencia, de rabia y de violencia. Alguien pierde a alguien, alguien busca a alguien el resto de su vida”, dice la voz de Lola Dueñas al comienzo de “Sobre todo de noche” (2023; se estrena hoy), el primer largometraje de ficción de Víctor Iriarte (Bilbao, 1976). Y lo dice mientras, en pantalla, una mano se desliza por un mapa, trazando líneas invisibles a través de la cartografía, buscando, intuyendo, esperando el rastro de ese otro alguien.

Lola Dueñas encarna a Vera, quien de joven no pudo hacerse cargo de su hijo recién nacido. Años más tarde intenta volver a él, cuando le dicen que este había muerto en el parto. Aquello era mentira; ahí empieza la trama. A Cora (Ana Torrent), de joven el médico le dijo que no podía tener hijos, por lo que decide adoptar a Egoz (Manuel Egozkue), quien pronto será mayor de edad y cuya madre biológica creía muerta.

Contada en cuatro capítulos, a modo de correspondencias filmadas, la película es la historia de amor de estas dos madres, una biológica y otra adoptiva, un hijo en común y el rencuentro de los tres para devolverse el pasado y reformularlo. A través de las cartas y de sus voces en off, conocemos a Vera y a Cora y nos acercamos a la necesidad de búsqueda y venganza de una, al miedo al abandono de la otra y al amor que las dos profesan por Egoz. El filme es, sin duda, una historia de estima maternofilial atravesada en una de sus capas por un crimen oscurísimo de nuestra historia reciente: la cuestión de los bebés robados.

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“¿Por qué me dejasteis tan sola? ¿Por qué nadie se acordó de nosotras? ¿Por qué nadie nos preguntó nada?”, espeta Vera en la primera carta a Egoz. “Sobre todo de noche” abre esta herida que todavía supura. Expone el desamparo de las víctimas y de personas cuyos expedientes no constan, que fueron borrados, destruidos, esfumados; casos que decían que era mejor olvidar. La película se plantea contra el olvido y el silencio, al menos, de esta familia ficticia. Y aquí está una de sus mayores virtudes: Iriarte logra un equilibrio sutil entre el thriller detectivesco, el drama intimista y la denuncia histórica gracias al guion escrito por el director junto a Isa Campo y Andrea Queralt, que perfilan unos diálogos de gran sensibilidad y un filme poco transitado e inteligente.

Además, la interpretación de los tres protagonistas es impecable y Manuel Egozkue –quien debuta en el formato largo; se le puede ver en teatro con la compañía La Tristura y en diferentes cortos– sobresale en el papel del adolescente que descubre que ha crecido engañado, creyendo que su madre biológica está viva.

Otro acierto es su estética visual atenta a los gestos y cargada de simbolismo que hace que, desde el inicio, “Sobre todo de noche” resulte hipnótica y conmovedora; catártica. Rodada en analógico, la película sigue a Vera, Cora y Egoz por Madrid, Donosti y Oporto. Transitan estas ciudades, las entrelazan para buscarse y reencontrarse, como esas
manos que se deslizan a tientas por los mapas, que ejecutan y activan esa venganza, o esa denuncia poética que nos regala Victor Iriarte en este primer largometraje.

Tras estrenarse internacionalmente en Giornate degli Autori de la 80ª Mostra de Venecia, se proyectó en Seminci y ha pasado por gran parte de los festivales nacionales durante este otoño. Ahora, llega a salas este debut del cineasta y programador vasco. ∎

Vidas en vilo.
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