No es casual que en el corolario de “The Big Cigar. La gran fuga” (2024), ficción de Jim Hecht con producción ejecutiva de Don Cheadle y del periodista Joshuah Bearman, se cite el célebre “print the legend” fordiano. Perdón por el spoiler nada más arrancar la crítica de la miniserie, pero ya desde el piloto es inevitable que esa sentencia que corona el maravilloso wéstern “El hombre que mató a Liberty Valance” (John Ford, 1962) aparezca como un ruido de fondo. Empezando, claro, por esa voz en off de André Holland como Huey P. Newton, líder de los Panteras Negras, explicando, de buenas a primeras, que los hechos pueden ser contados de muchas maneras. Y la que vamos a ver es tan solo una de ellas.
En realidad, “The Big Cigar” adapta el artículo que Bearman publicó en ‘Playboy’ (diciembre de 2012) en el que se que narra cómo Newton consiguió llegar a Cuba escapando de las fauces del FBI tras ser acusado de asesinar a Kathleen Smith, una joven trabajadora sexual de 17 años. Para lograrlo, el activista tuvo la ayuda de dos improbables compañeros de espada: Bert Schneider y Steve Blauner, las cabezas pensantes –junto a Bob Rafelson– de BBS Productions, la compañía que inauguró el Nuevo Hollywood con películas como “Easy Rider” (Dennis Hopper, 1969), “Mi vida es mi vida” (Bob Rafelson, 1970) o “La última película” (Peter Bogdanovich, 1971), que se había puesto en contacto con Newton para un biopic que iba a ser protagonizado por Richard Pryor.
Aunque no hemos tenido acceso al texto original de Bearman, cuyo artículo “Escape from Tehran” fue adaptado en “Argo” (Ben Affleck, 2012), son más que obvias las licencias que la serie se toma para hacer de ese momento crucial de la vida de Newton un material para la pequeña pantalla. Los datos están ahí, desperdigados entre las noticias volcadas en las versiones digitales de la prensa estadounidense, las necrológicas de los protagonistas y sus perfiles wikipédicos o incluso el archivo de la CIA, pero, como sucede con las historias más grandes que la vida, ¿a quién le interesan los hechos cuando puede disfrutar de la leyenda?
Sobre esa idea bascula la serie de manera más o menos directa. Si el episodio piloto chapurrea algunas ideas al respecto, en el segundo capítulo –dirigido como el primero por Cheadle– la dualidad icono-personaje se pone en escena a partir de la recreación del shooting de la famosa fotografía de Huey P. Newton que lo retrató para la posteridad como el emblema de los Panteras Negras. En off escuchamos la voz de Holland parafrasear al filósofo Michel Foucault diciendo que “si una imagen se convierte en icónica es imposible ver al sujeto como otra cosa”.
Cuesta, no obstante, creerse del todo ese barullo reflexivo que propone la serie alrededor del coste personal que sufrió Newton y la magnitud emocional de ese periplo hacia el exilio. Primero, por la ambigüedad de la historia con ciertos datos, a pesar de la insistencia de contextualizar mediante abruptos flashbacks cada uno de los aspectos que se plantean en cada capítulo: los amigos, la traición, la familia. Segundo, precisamente, por ese vaivén narrativo ciertamente molesto en los primeros episodios y que tampoco resuelve, como ya se ha dicho, las paradojas de una figura tan fascinante como la de Newton. Hecht y Bearman no son Spike Lee y Roger Guenveur Smith abordando a Newton, pero es cierto que la serie pretende ser otra cosa.
Así, cuando el relato deja de ir mirando atrás constantemente para centrarse en la huida como tal, “The Big Cigar” se impone como una llamativa miniserie de acción, que sabe recrear la tragicomedia detrás de esa imposible producción llevada a cabo por Schneider y Blauner para salvar a Newton de la COINTELPRO y de la cárcel. Hay mucha fotogenia, buenas interpretaciones –Holland, claro, está magnífico– y un diseño artístico y de producción comme il faut. Y, por supuesto, una banda sonora con los hitos de la black music del momento: Sly And The Family Stone, Nina Simone, Al Green, The Isley Brothers, Funkadelic, Gil Scott-Heron, Jimmy Cliff, etc. La película, en suma, que produjo BBS Productions y de la que, hasta ahora, no había imágenes. ∎