Desde el pasado 29 de septiembre y hasta el próximo 15 de enero –en estreno mundial– se puede disfrutar en el Espacio Ibercaja Delicias de Madrid de la exposición inmersiva “Tim Burton. El laberinto”, que recorre de manera original buena parte del imaginario del polifacético artista estadounidense. Rockdelux tuvo la oportunidad de acudir a uno de sus pases para contar la experiencia.
Hay que andar y andar y seguir andando un poco más para llegar al Espacio Ibercaja Delicias a través del Museo del Ferrocarril de Madrid. En la convocatoria recibida para asistir al segundo pase de prensa de la exposición –con variada parafernalia salida del imaginario del siempre recomendable Tim Burton– se especificaba que tenía que seguir este itinerario, y así lo hice. Una vez allí descubrí un acceso directo al que se llegaba desde otro punto. Quizá fuera solo una recomendación, quizá es que mi despiste crónico insiste en anteponerse a mi comodidad, pero también puede que fuera una forma de comenzar a sentir lo que es adentrarse en un laberinto como el que se propone en este proyecto único y diferente sobre el cineasta estadounidense. Y lo es –único y diferente– porque, aunque ya existe una exposición itinerante dedicada al fantástico universo del artista y cineasta que desde hace años recorre el mundo, “The World Of Tim Burton”, esta que se está disfrutando ahora en Madrid –y que probablemente inicie a partir de aquí una nueva vida nómada– es totalmente original en su concepto, además de contar con piezas únicas construidas –y en no pocas ocasiones, reimaginadas– para la ocasión.
Tal como se nos hace constar desde el equipo de prensa de la empresa promotora, el propio Burton se ha encargado de supervisar hasta el más mínimo detalle del recorrido y ha disfrutado con la forma en que se muestra su obra. El compromiso del artista con el proyecto es tal que él mismo se personó en la presentación oficial para medios.
Ataviado con riguroso traje negro, con su mejor cara de tímido patológico y acompañado de su perro, Burton no tuvo inconveniente en posar pacientemente junto a una selecta representación de la promotora LetsGo Company (Iñaki Fernández, CEO de la empresa), una celebrity autóctona (el actor Paco León) y los políticos de turno (Andrea Levy, delegada del Área de Gobierno de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, y José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid). También lo hizo en solitario frente a varias de las puertas de las salas que componen el recorrido. Cuentan que incluso sacó tiempo para tomar una cerveza con parte de la prensa, y que su mánager personal permitió que los periodistas intercambiaran algún conato de conversación con él. Todo facilidades, como debe de ser.
De vuelta a nuestra sesión, sin famoseo ni representantes de administraciones públicas de por medio, al llegar a la puerta de acceso a la carpa que alberga la exposición y antes de entrar, Felype de Lima, artista brasileño experto en experiencias multisensoriales y director creativo y diseñador del laberinto, nos cuenta el concepto: atravesaremos quince habitaciones y en cada una de ellas tendremos que escoger una de entre diferentes puertas para acceder a la siguiente. La idea suena bien, es original y atractiva. Una vez dentro, antes de acceder a la primera sala, una guía nos da otra serie de instrucciones: se nos insiste en no retroceder, no abrir puertas de paso prohibido, no hacer fotos a las piezas con videoarte y no difundir más de lo estrictamente necesario para no acabar con el encanto de la sorpresa. De modo que de lo que puedo hablar es del recorrido que –guiado por la suerte– pude hacer.
Además, hay reproducciones y trajes originales vistos en sus películas y realizados para personajes como Willy Wonka de “Charlie y la fábrica de chocolate” (2005) o la Reina Roja de “Alicia en el país de las maravillas”, con un nivel de detalle sencillamente impresionante. A todo esto hay que sumar más de doscientos bocetos originales cedidos por el autor para la ocasión, con representaciones de personajes protagonistas y secundarios, muestras de videoarte y varias piezas artísticas inéditas.
En conjunto, la exposición es una verdadera joya que gustará especialmente a aquellos que ya se deleiten con el entrañable y retorcido imaginario de Tim Burton, pero que se puede disfrutar de igual manera por un neófito o incluso por alguien que desconozca por completo la carrera del californiano. Con todo, el recorrido se hace de manera rápida, en mi caso media hora, por lo que para salir satisfecho de la experiencia después de pagar los veintidós euros de la entrada básica individual de adulto –hay otra de categoría prémium que por treinta y seis euros permite recorrer la exposición una vez más para poder escoger diferentes puertas con las que acceder a cada sala y así visitar nuevas estancias– hay que poner de tu parte y primar el contenido, sin duda excepcional, a la duración, a todas luces escasa por mucho que uno se detenga a observar en detalle cada pieza. La exposición está siendo un éxito y así lo constatan los datos: por ella han pasado ya más de 100.000 personas y la previsión es que para cuando se despida de Madrid el 15 de enero de 2023 –siempre que no haya nuevas prórrogas– esta cifra se habrá multiplicado. ∎