#1 SERIE 2017

Twin Peaks

David Lynch & Mark Frost(T3, Movistar Series Xtra)
“Twin Peaks: The Return”, la tercera temporada, que nos llegó más de un cuarto de siglo después del impacto de las dos primeras, subió el nivel de las series hasta unas cotas inalcanzables para cualquiera que no fuese David Lynch. Sin palabras, casi, nos quedamos. Fue escogida la mejor serie de 2017 por Rockdelux. Joan Pons lo certificó con esta reseña en el encabezamiento de las listas del año publicadas en el Rockdelux 368 (enero 2018).

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¿Hace falta revisar las dos primeras temporadas de “Twin Peaks” (1990-1991), y hasta la película “Twin Peaks. Fuego camina conmigo” (1992), para entender y disfrutar de esta tercera y tardía entrega? Pues sí... y no. Como todo lo que atañe a la obra de David Lynch, la respuesta nunca va a ser binaria.

Más que una ampliación confortable del mítico imaginario estético-sensorial de “Twin Peaks” (el whodunit sin respuesta, el pueblo pequeño/infierno grande, la parodia extravagante y alucinada de las soap operas y policíacos televisivos clásicos...), estos nuevos dieciocho episodios han sido una actualización del espíritu cimarrón original: una nueva tacada de televisión indomable, de creatividad audiovisual nunca antes conocida (ni siquiera imaginada), de avistamiento de nuevas posibilidades-realidades de la ficción seriada.

Si en 1990 la irrupción de David Lynch y Mark Frost en TV hizo envejecer diez años todas las teleseries de su tiempo (la de los canales en abierto: se emitió en ABC y Tele 5), en 2017 “Twin Peaks: The Return” (también se la conoce con este título) ha conseguido exactamente lo mismo ante un panorama, a priori, más competido (el de la televisión a demanda: se ha emitido en Showtime y en la plataforma Movistar).

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Compendio y elogio del libro de estilo lynchiano, la tercera temporada de “Twin Peaks” es una ficción (quizá un ensayo, quizá un poema: así de poco “narrativizada” está) en tránsito entre diferentes mundos, dimensiones y realidades. De hecho, la vuelta progresiva del agente Cooper a su identidad tras regresar del limbo de cortinajes rojos a la vida es casi una alegoría de la propia serie, que, poco a poco, también ha ido resucitando ante nuestros ojos abandonando parsimoniosamente su condición de recuerdo onírico. Aunque, a decir verdad, esta ficción nunca ha acabado de instalarse en la vigilia.

Durante la hipnosis “Twin Peaks”, ha habido mucho momento fascinante-desconcertante y mucha frase célebre (“Hellooooouuuuu!”, “Gotta light?”, “Fuck you, Albert”, “I’m FBI”, “What year is this?”...), mucha secuencia sobre el mal y la oscuridad en este mundo que funcionaba como un enigma autoconclusivo pero sin solución y mucha imagen que ya no es que no se supiera qué significaba, sino qué era (mención especial para el ya histórico episodio 8). Y, a pesar de su naturaleza voluntariamente frustrante, nos ha raptado, nos ha saciado como ninguna otra serie había logrado nunca antes. El misterio continúa. ∎

Como ya sabíamos, nada es lo que parece.
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