En buena parte de los filmes del cineasta iraní Asghar Farhadi las o los protagonistas vuelven a su pueblo o a su casa natal. Acostumbra a ser gente que regresa para algo bueno y se encuentra con algo turbio que atañe a amistades o familiares. En “Un héroe” (2021; estrenada en España en 2022) se da el mismo procedimiento, pero en un contexto bien distinto: su personaje principal, Rahim, está encarcelado por una deuda que no ha podido pagar y goza de un permiso de dos días en los que se instala en la casa de su hermana, donde vive su hijo. Pero ese viaje es de ida y vuelta inmediata, al contrario que en los anteriores filmes del autor, en los que los personajes –un tanto a la deriva– viven en una situación de impasse que no les obliga a regresar de inmediato. Rahim dispone de esos dos únicos días para convencer a su acreedor de que retire la demanda y para salir de la cárcel definitivamente.
El director ha construido una obra sólida, digna de premios, internacional –es el más conocido del cine iraní, recambio de la generación de Abbas Kiarostami y Mohsen Makhmalbaf–, pero que da signos de agotamiento. La estructura es siempre parecida: un individuo o una pareja enfrentados a los conflictos y pruebas generados por el sistema. Disputas con los vecinos en “El viaje” (2016), conflictos familiares en “El pasado” (2013) y “Todos lo saben” (2018) y laberintos burocráticos en “Nader y Simin, una separación” (2011), la película con que se granjeó la estima de la que aún goza, aunque algo deberá cambiar en su curso cinematográfico para seguir avanzando.
Kiarostami entendió que había llegado al límite con su forma de concebir el relato cinematográfico, entre ficción y no ficción, por lo que probó nuevas fórmulas con “Copia certificada” (2010), rodada en la Toscana con Juliette Binoche, y “Like Someone In Love” (2012), historia de una joven japonesa que se prostituye para costear sus estudios. Farhadi también hizo algo parecido en “Todos lo saben”, pero no funcionaron ni el reparto hispano-internacional (Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín) ni la trama de una joven que viaja desde Buenos Aires a su pueblo natal en España para asistir a una boda. Descolocado, regresa a sus orígenes con “Un héroe”. Pero estos necesitan, ya, un nuevo revestimiento.
Se vuelve a recurrir al laberinto burocrático –en esta ocasión relacionado con la deuda, el sistema penitenciario y el funcionamiento de una organización humanitaria– a partir de un acto en apariencia heroico que se vuelve contra el protagonista. Este encuentra un bolso de mujer con 17 monedas de oro en su interior, está a punto de venderlas para liquidar la deuda contraída, se lo piensa, decide hacerlo y se convierte así en ciudadano modelo. Pero hay algunas dudas en cuanto a su actuación y esto –junto con la intransigencia del acreedor, que además es el padre de la exesposa de Rahim– lleva la situación hacia terrenos a veces duros y realistas y, en otras ocasiones, algo delirantes. Todo ello a partir de la perspectiva de un hombre bueno, cierto, pero tan dubitativo –por no decir pusilánime– que parece un imán para los problemas. “O es muy listo o es muy simple”, opinan de él en la prisión. Concluye la película y no sabemos si es lo uno o lo otro. Rahim es manipulado por casi todo el mundo y Farhadi lo presenta como alguien sin capacidad de decidir nada por sí mismo, una triste veleta hasta la secuencia final, algo forzada a tenor de cómo ha sido descrito el personaje. Salvando las distancias, “Un héroe” recuerda a dos filmes de Clint Eastwood: “Sully” (2016) y “Richard Jewell” (2019), centrados también en el individuo que pasa de ser héroe a estar cuestionado. ∎