Álbum

Alosa

El primer cant del matíCeràmiques Guzmán, 2025

Dicen que el canto de la alondra es largo, continuo y rápido, y que se produce a menudo mientras vuela. También que es omnívora. Y que anida en el suelo, y no en la copa de los árboles. Alosa significa alondra en catalán, y creo que todas y cada una de las características que enumero tienen correspondencia con la música que Irene Romo (voz, percusiones y cello) y Giulietta Vidal (voz y percusiones) han plasmado en su álbum de debut, producido junto con Arnau Figueres (Maro, Clara Peya, Judit Neddermann, Sopa de Cabra), y que llega tras la publicación de un puñado de sencillos en los últimos dos años, de entre los cuales llamó la atención una versión del “Aserejé” de Las Ketchup –en sus manos fue “Aseregé”, junto al dúo barcelonés Svetlana– que no tiene absolutamente nada que ver con lo dispuesto en este “El primer cant del matí”, coherentemente publicado en el sello fundado por los Manel.

Su canto es continuo y rápido porque todo fluye con extrema naturalidad en estas nueve canciones: juntas no llegan a los 24 minutos. Su discurso es omnívoro porque igual se alimenta de arcanos cantos tradicionales como de material propio, y transita entre el folk, la rumba y hasta algo de flamenco: abordan la popular “El cant dels ocells” con guitarra española, ensartan “La dama d’Aragó” en la sonoridad del violonchelo, se sirven de la tradicional “Sota de l’om” (que ya abordaron en su EP “Oh Lai L'Om”, de 2024) para gestar un ritmo impar que eleva la dinámica “El forner” a la categoría de single impepinable, y filtran a García Lorca a través de su colaboración con Tarta Relena en la preciosa “Las alamedas”, cuya génesis se halla en su forma de musicar previamente “Preludio amor”, del poeta granadino, y en la adaptación que hicieron Marta Torrella y Helena Ros de “Las alamedas” en “Fiat Lux” (2021).

Y anidan en el suelo porque su propuesta es tan sencilla como genuina, tan atenta a lo rural como a lo urbano, tan aferrada a lo íntimo como a lo colectivo: el folk-pop de “Flor i violes” (con el clarinete de Pep Pascual en primer plano), el minimalismo de “Si el riu” (cuyo primer tramo parece que describa al milímetro los estragos de desastres naturales como la dana que asoló el sur de València hace un año) y la forma en la que revelan su desazón ante la gentrificación y la pérdida de identidad de su ciudad –Barcelona– en clave de rumba, junto a los Habla de Mí en Presente, en “Nenes de ciutat”, son algunos de los otros motivos que revelan que podamos estar ante el próximo gran fenómeno de la música de raíz hecha en Cataluña. ∎

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