EP

Andrea Buenavista

AntojitosSonido Muchacho, 2023

En muy contadas ocasiones seis minutos son más que suficientes para certificar la magnificencia de la materia abordada. Tal es el caso del debut discográfico de Andrea Buenavista con “Antojitos” (2023). En este EP la donostiarra despliega todo su ingenio pop en tres canciones idóneas para dejarnos embargar y desear una muestra más larga de sus poderes creativos. La que fue miembro de la banda de culto Los Lagos de Hinault, una formación reverenciada por los fanáticos del Donosti Sound, aparca un poco la delicadeza indie pop con la que se hizo un nombre como teclista e incorpora una cierta idiosincrasia de crooner folk. Abordado desde la elaboración de viñetas costumbristas realizadas con el esmero de una Maria Rodés, un encuadre eminentemente pop marca las líneas de acción disparadas en este EP de recorrido corto pero de brillo indeleble en nuestro álbum de fotos imaginario. No hay más que dejarse llevar por temas de la enjundia de “Que nadie sepa”, el cual suena como una especie de cruce delicado entre La Bien Querida y Mink DeVille.

Por su parte, “Íñigo” bien podría ser visto como un popema de corazón mexicano, en el cual tampoco desentonaría la presencia de Lorena Álvarez. En esta delicia de apenas un minuto de duración se concentran las virtudes de la fórmula gestada por una Andrea Buenavista que añade a lo cotidiano un poso de magia para poder enfocar el día a día con dulce ingenuidad vital.

La triste “Copa C” añade el piano a la minimalista plantilla folk desarrollada. Un vuelco al corazón donde las teclas caen como lágrimas en el corpiño instrumental de una balada sencillamente desgarradora. Son esos terrores que la acechan por la noche, a los cuales Andrea se enfrenta por medio de una filosofía creativa de sana melancolía.

Como buena donostiarra que es, su canon expresivo está fuertemente adherido a la gran tradición del pop triste norteño patentado por La Buena Vida y Le Mans y a esos discos que, como “Entresemana” (1994), definieron el oremus de una forma de entender el pop desde los márgenes, donde elegancia, minimalismo y emoción se hacen más fuertes juntos.

Tal como se advierte nada más arrancar, en todo momento las canciones fraguadas para la ocasión son de efecto duradero. Su lírica es de tal fragancia visual que se cuela en las rendijas del subconsciente con pasmosa facilidad. Lo suficiente como para poder subrayar la unicidad de un proyecto que, con el empuje de Sonido Muchacho, aún tiene muchas más postales que enviarnos a la alcoba de nuestros recuerdos más curativos. ∎

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