Si de algo no ha ido corta la discografía de Angel Olsen hasta la fecha, ha sido de intensidad y víscera. Y ese sentimiento catártico de su música solo fue creciendo progresivamente hasta desembocar en el díptico formado por “Whole New Mess” (2020) y “All Mirrors” (2019), un intento de pasar página en la vida (sentimental) llevado en el segundo disco hasta las más desatadas consecuencias formales.
Antes de, quizá, o quizá no, vadear pantanos similares, Olsen ha querido darse un respiro y hacer un disco no por necesidad, sino por diversión. “Aisles” –el primer lanzamiento de somethingscosmic, subsello propio en Jagjaguwar para versiones, colaboraciones o singles sueltos– reúne versiones de hits de los 80 por los que la artista siente debilidad. Es tan solo eso, ni (mucho) más ni (poco) menos.
¿Una sorpresa? Sí el afán de diversión. No tanto el marco de influencias: Olsen lleva jugando seriamente con los sintes desde “My Woman” (2016), aunque por entonces pensaba más en el sonido retroactual de Stereolab; una musa de la época aquí abordada como Kate Bush era influencia declarada (y audible) en “All Mirrors”, y ese mismo año la escuchamos cultivar el disco-pop triste con Mark Ronson en su colaboración “True Blue” (no, no es cover de Madonna).
Del brazo del productor e ingeniero Adam McDaniel, Olsen se divierte soñando con el glamur y el empuje melódico de otro tiempo, aunque no puede evitar llevarse casi todo a su terreno, o un terreno fronterizo. Arranca llevándose “Gloria”, no la versión italiana o española de su autor Umberto Tozzi, sino la anglófona de Laura Branigan, hacia su feroz melancolía característica. Al parecer, Olsen la escuchó en una reunión familiar por Navidad y alucinó con la respuesta inmediata de sus tías. En su cabeza, reían y bailaban a cámara lenta: de ahí esta versión arrastrada, menos rock que synth, que en la segunda parte del estribillo abraza la emoción etérea marca Julee Cruise.
También ralentizada suena su “Safety Dance”, divertimento de Men Without Hats convertido en balada amenazadora para bailar con cierto recelo. “Podemos bailar, podemos bailar, todo está fuera de control”, canta Olsen con un tono apropiadamente ominoso en un tiempo en que, en realidad, todavía no sabemos si podemos bailar.
Más fieles resultan las versiones de “Eyes Without A Face” (Billy Idol), “If You Leave” (Orchestral Manoeuvres In The Dark) y “Forever Young” (Alphaville), clásicos sobrexplotados de radiofórmula remember que igualmente adquieren nueva vida en sus manos. Quizá la menos convincente sea la de OMD: ni la reinventa ni la reproduce con especial esmero. Pero sus tomas de Idol y, sobre todo, Alphaville son deliciosas. De la primera respeta el coro en francés del estribillo (“les yeux sans visage”…), pero no, sabiamente, el dudoso puente hard rock. “Forever Young” suena casi nueva, una revelación, sobre todo por el crescendo vocal y la embrujadora combinación de cuerdas con electrónica del desenlace. ∎