De entre todas las narrativas que han alimentado líricamente al reguetón a lo largo de los años, quizá ninguna tan explotada como la que lo convierte en un género meta: es música para salir de fiesta que muy habitualmente habla sobre salir de fiesta. El bucle del traqueteo. Recordar una noche de bellaqueo es casi un running gag en el reguetón desde antes incluso de llamarse oficialmente reguetón, pero nunca ha tenido las connotaciones que tiene ahora; lo de recordar se ha convertido de golpe en la única opción posible si hablamos de perreo. En medio de este contexto, Ozuna dice eso de “antes, qué rico era antes, si pudiera regresar el tiempo al menos un instante” al poco de arrancar este “Los dioses” lanzado a pachas con Anuel AA y captura el mood universal. Por si quedaba alguna duda, habla de las discotecas y no de una relación.
La unión entre los dos gigantes boricuas llega apenas dos meses después de que Anuel anunciara una retirada que, básicamente, no se creyó nadie. No sirve, por lo tanto, como regreso triunfal porque no ha dado tiempo a echar de menos sus ya icónicos ad-libs y sus equilibrismos para encajar juegos de palabras y tampoco como materialización de fantasía de fans porque en el pasado ya han coincidido en tantas canciones como para hacer otro álbum entero, aunque sí como demostración de poder dentro del pop contemporáneo venga de donde venga. No se trata de comparar, pero conviene no ponderar injustamente el presente por el simple hecho de ser presente: este junte aniquila-charts es como si Rihanna y Lady Gaga hubieran sacado un disco mano a mano en 2008. Reunión en la cumbre, pues, inesperadamente concisa si tenemos en cuenta que ambos vienen de publicar trabajos con una veintena de temas en 2020.
“Los dioses” no es exactamente el disco conectado con la primera década de este siglo dentro del género que parece augurar su portada (con sus autores posando a lo Wisin & Yandel o Luny Tunes hace quince años), sino otra vuelta de tuerca al sound system latino pulido e importado masivamente al resto del mundo. Todo aquí, el dembow suavecito, las baladas trap, el reguetón domesticado más cercano a Medellín que a Puerto Rico, hasta el cierre folclórico, se ha escuchado y bailado mucho en el último lustro, a menudo con Anuel y Ozuna también metidos en el ajo. Hay diversión, pero diversión conocida, previsible, un poco estereotipada. Aunque no es poca cosa en 2021, te quedas esperando una sorpresa más allá de que “Los dioses” rompa unos cuantos códigos por no abrirse a la ronda de colaboradores habitual. ∎