Álbum

ascendant vierge

Une nouvelle chance12 Stars-Epic-Sony, 2023

El revival hardcore tiene muchas caras, pero hasta ahora ninguna como la que ofrecen ascendant vierge. Asentados en Bruselas, capital de muchas de las explosiones maximalistas surgidas desde finales de los ochenta, este dúo franco-belga formado por Paul “Seul” Orzoni y Mathilde Fernandez une lírica y pop gótico con gabber y otras fórmulas del hardcore techno y eurodance para crear un espacio de expresión emocionante, eufórico, desafiante e irresistible en lo melódico. Una delicia de contradicción. De hecho, ambos han contado varias veces que es ahí donde encuentran el equilibrio: es Mathilde, musa del goth-pop, la que tira de Paul hacia territorios más agresivos, y es él –miembro del colectivo parisino Casual Gabberz que ha sido clave para la revitalización del hardcore en los últimos años– quien la lleva a ella a disfrutar de los momentos más relajados y contemplativos, abrazando trances más progresivos como el de “Ce monde où tu n’existes pas”.

En ese balance se encuentra su primer disco largo, “Une nouvelle chance”, que parte de la independencia pero supone al mismo tiempo su debut en una major al estar distribuido por Sony a través de Epic Records. Un trabajo en el que convocan síntesis moleculares en la pista de baile mientras evocan la idea de la trascendencia a través del cuerpo, más allá de cualquier abstracción mental. La abstracción, aquí, el viaje, se consigue a base de sudar nexus. Lo ejemplifica a la perfección el tema homónimo, donde brilla con mayor intensidad la flema lírica de Mathilde ante el embate despiadado de un apocalipsis gabba.

El paso adelante desde “Vierge”, EP de 2020, es evidente, y no tiene tanto que ver con una manera de hacer las cosas o con su interpretación de los géneros, sino más bien con su aproximación melódica y su capacidad para hacer canciones que logren, por un lado, superar la sombra de “Influenceur” y su éxito en TikTok, y por el otro retengan esa esencia de tracks para el club. Temas como “Au top” empiezan como una balada a piano para desatar luego un riot hard-tech a lo largo de un disco compacto y excelentemente diseñado –con la ayuda inestimable de Krampf y de un Geoff Swan que ha trabajado con una lista de artistas que va desde Coldplay, Haim, Kings Of Leon o Liam Gallagher hasta Charli XCX, Grimes, Hyd o FKA twigs– que, en general, más que ponerse límites busca superarlos dirigiendo la mirada hasta distintos bordes de la electrónica espídica.

El principio es un viaje ascendente que parte de ese arranque de motores que es “IRL”, enterrando ritmos gabber entre las líneas del hard dance. “Dedans” sigue subiendo por la escalera del hardstyle, como “Juvénile”, y el himno de empoderamiento personal “Je suis un avion”“soy la reina del balón”– se atreve a mezclar psytrance con Pendulum sobre una paleta hardcore. “À L’infini” se adentra en el trance, pero cualquier atisbo de tomarse demasiado en serio a sí mismos se despeja cuando el estribillo irrumpe rompiendo la progresión con happy hardcore. El estallido casi industrial de “Lubies” se acerca a una versión alucinada y raptora de los Arcade Fire de “Haiti”, y en “Défi” abrazan el hard trance más eufórico. “Slowlita”, por su parte, se va a territorios puramente británicos con una producción cortada que construye el subidón final y su break subsecuente a base de secuenciar la voz de Mathilde, y un trip hop-dub mutante sirve para cerrar en “Aimer sur le long terme”.

Entre diferentes formas de la hard music, en fin, lo más interesante de “Une nouvelle chance” es la sensibilidad pop que lo recorre de principio a fin, con sutílisimos samples de pop francés –como el inicial de “Parce qu’on vient de loin” (Corneille, 2003) o el más oscuro y rebuscado de “Ping Pong” (Act, 1983) en “Je suis un avion”– y un bonus track en el que versionan –y mejoran– el “On A Mountain” de Danny L Harle cruzándolo con una versión ravera de Kate Ryan. Y una pista: una versión en directo de “Petit soldat” que parece quererte decir que, si tienes la oportunidad, no te pierdas un concierto suyo. Es en su encarnación en directo donde la propuesta completa su círculo energético. “¿Seríamos más felices en un exoplaneta? Puede ser”. Pero en este por lo menos tenemos a estos dos locos brutalistas que no solo han hecho el mejor disco francés de lo que va de año, también el mejor disco de hardcore desde que el género ha entrado en su revival. Chapeau. ∎

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