Échenle la culpa al acelerado ritmo de los tiempos y el aprendizaje, a los sempiternos paparazzi y las nuevas exigencias del fandom digital, o quizá a una industria que será vampírica o no será, pero el que caso es que los artistas –y, sobre todo, las artistas– pop se hacen ahora mayores más rápido que nunca. En cuestión de semanas hemos asistido al precoz giro adulto, en lo musical y temático, de Clairo y Billie Eilish, 22 y 19 años, respectivamente.
Tras haberse convertido, queriendo o sin querer, en emblemas de la Generación Z, ambas han retrocedido en dirección a ideas de intemporalidad y clasicismo. El caso de Clairo es, quizá, algo más extremo: un abrazo mimético (muy inspirado) de las formas de componer y arreglar del pop-folk de los 70. Eilish desdibuja ideas instaladas sobre sí misma apostando por un sonido, en general, más sensual que radical, sin los elementos trap o graves pesados que marcaron “WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO?” (2019). Subraya su pasión por cantantes jazz como Julie London y Peggy Lee, pero sin acabar de “naturalizar” o hacer “orgánico” su sonido; Finneas sigue dando lo mejor de sí mismo, lo más raro e inquieto, cuando produce para su hermana pequeña.
Tanto Clairo como Eilish han usado sus nuevos discos para procesar alguna clase de trauma. Eilish arranca “Happier Than Ever” con la canción confesional sobre abuso “Getting Older”: “No fue mi decisión que abusaran de mí”, susurra en una puerta de entrada inquietante a un álbum nada fácil. El título no es del todo irónico, no. Recordemos que el documental “Billie Eilish. The World’s A Little Blurry” (R.J. Cutler, 2021) acababa con Eilish al volante de su coche soñado y asegurando que la vida era “buena”. Pero al final, como ha avisado en ‘Rolling Stone’, “casi ninguna de las canciones es alegre”.
“Getting Older” hace triste rima con la balada “Your Power”, sobre una chica adolescente y el hombre mayor que abusa de su poder. En cierto modo, también con “Male Fantasy”, canción de ruptura desdoblada en comentario sobre la pornografía y el sometimiento de la sexualidad femenina al régimen de la mirada masculina.
Pero, sobre todo, “Happier Than Ever” es un raro caso de buen disco sobre la fama. Muchos artistas aburren con sus reflexiones al respecto (o la vida de gira, etcétera) con su álbum posterior a la gran explosión. Eilish ya demostró capacidad para abordar el tema con lucidez en “Everything I Wanted”, por desgracia no incluida aquí. Lo sigue haciendo, por ejemplo, en los temas más abrasivos del disco, “NDA” y “Oxytocin”, sobre lo que significa ser una celebridad y querer querer o desear. “Billie Bossa Nova”, que suena como indica el título, aborda el tema desde una óptica lúdica. Pero una verdadera rabia por no poder llevar una vida normal surge en “Not My Responsibility”, spoken word sobre body shaming, u “OverHeated”, sobre lo que significa sufrir a todas horas el examen público en la red. Eilish no busca gustar, solo expresarse y seguir creciendo. ∎