En los últimos tiempos estamos asistiendo a una necesaria renovación de la escena musical con un puñado de artistas jóvenes que no solo han dejado de lado el indie canónico, sino que además desafían con sus letras los roles tradicionales de género y la sexualidad heteronormativa. Al-V, Rocío Saiz o la más mediática Samantha Hudson son solo algunes de les artistes que vienen reclamando su espacio con propuestas renovadoras más cercanas al pop. Bonitx también pertenece a ese grupo, y tras un disco de hyperpop lo-fi, se presenta ahora con su segundo largo.
“soft butch” se edita solo un año después de su debut homónimo, pero impresiona ver la evolución que se ha producido en tan solo unos meses. Si la voz de Bonitx permanecía en un segundo plano en su anterior largo, tanto en el sentido literal como en el figurado, aquí ya podemos ver a une artiste con más aplomo y que parece haber aparcado el hyperpop para centrarse en un sonido más cercano al R&B, con cuerdas y sintes algo ochenteros y muy orientado a la pista de baile, sobre todo en temas como “nunca te quise besar” o “¡mírame!”. Otros que podrían haberse escrito perfectamente hace cuatro décadas son “cosas de chicos” o “déjate ver”. Pese a todo, hay hueco para la sorpresa en canciones como “mientras duermes”, que empieza como una balada con vocoder, pero que pronto deja paso a unos beats más bailables (aunque el álbum está lleno de medios tiempos, los momentos más inspirados son precisamente los que se dirigen a la pista de baile).
Con este segundo trabajo Bonitx no solo muestra más seguridad a la hora de componer, sino también a la de abordar las relaciones de género en las letras, desde ese “no me mires, hetero” en el que planta cara a los prejuicios y a la mirada heteronormativa (“sé lo que piensas / cuando miro atrás / y te veo aún observar”) al “vete con alguien normal” en el que reprocha a su interlocutora que solo la llame cuando está sola y que espere que elle sea su sombra. En “dame tu tiempo” reclama que se usen con elle los pronombres adecuados si es que de verdad hay interés. Por supuesto, tampoco faltan el desamor (“nada al final es para siempre”) o los miedos (“mientras duermes”). A lo largo del álbum planean temas tan importantes como la visibilidad, la normalización o el trato respetuoso, más allá del juego o la curiosidad innatas a cualquier relación romántico-sexual. Son letras relevantes, porque las personas no binarias también necesitan tener su propia narrativa e historia también en la cultura pop, y no solo en los textos sobre género. ∎