“Tod” significaría “muerte” en inglés antiguo y, aunque hay más etimologías, “morden” plausiblemente “crimen”. Pues bien, desde Todmorden –condado de Yorkshire, en el noroeste de Inglaterra, cerca de Escocia y del lugar donde Emily Brontë situó la acción de su novela romántica “Cumbres borrascosas” (1848)–, ladeando los montes Peninos, llegan Bridget Hayden And The Apparitions con su aclamado primer álbum, grabado en 2022, “Cold Blows The Rain”. Un rasgo primario del folk es la constante evolución de títulos, letras, arreglos, melodías o del estilo vocal en que se reinterpreta. Todo esto da para varios ensayos –si les prende el asunto, busquen “Electric Eden” (2011), de Rob Young– y no podemos entretenernos. Lo que hace Hayden ahora es elegir ocho canciones cercanas a ese acervo cultural y familiar para dibujar una estampa coherente, más próxima al “El ángelus” de Millet que a la escena pastoral de “Et in Arcadia ego” de Poussin, ralentizando los tiempos para recrear la sensación de eternidad, pesarosa o esperanzada según el momento, que transmiten todas estas composiciones anónimas.
Hayden canta en un estilo gótico y elongado, parecido al de otra autora revisionista como la norteamericana Marissa Nadler, al que te acabas acostumbrando por fuerza de sus meticulosas tomas vocales, que solo cumplen de raso el canon impuesto por guardianas austeras del tesoro como Shirley Collins. Hayden aprueba cuidando mucho de situarse por encima de los instrumentos y de las historias que se cuentan. Como la de “Lovely On The Water”, una canción preservada por Ralph Vaughan Williams a principios del siglo XX que Steeleye Span versionaron en su segundo álbum, “Please To See The King” (1971). Hayden profundiza en los timbres sombríos de esta canción de partida a la guerra. “Blackwater Side” es otro clásico de autoría desconocida, elegido por Anne Briggs para su álbum homónimo, también de 1971, sobre una doncella burlada por un falso pretendiente que se la lleva al huerto. Hayden transforma lirismo en fantasmagoría a base de banjo y drone operado con el frecuente armonio de “Cold Blows The Rain” sin la vivacidad imprimida por Bert Jansch a la versión que incluyó en “Heartbreak” (1982).
“Are Your Going To Leave Me?” reincide en asuntos de sexo ilegítimo dando un paso más: la chica se queda embarazada y el tipo la quiere dejar acabando todo en el camposanto. Shirley Collins y su hermana Dolly al piano ostinato dieron cuenta de ella en su obra maestra “Love, Death & The Lady” (1970). Isobel Campbell –la chica ex Belle & Sebastian– le añadió un crescendo a lo crescendo a lo Velvet Underground en “Milkwhite Sheets” (2006). “When I Was In My Prime” fue retomada por The Pentangle en “Cruel Sister” (1970) con la voz a capela de Jacqui McShee y, recientemente, Old Fire reclutó a Bill Callahan para entonar una toma de aserradero forestal en “Voids” (2022). Incluso Nina Simone dio su propia versión de los hechos al inicio de su carrera. El armonio de Sam McLoughlin y el violín de Dan Bridgewood-Hill, o sea, los Apparitions –“las apariciones”–, imprimen mayor dramatismo a esta canción sobre promesas rotas y el tiempo perdido.
Algo parecido sucede con la balada de los Apalaches “Red Rocking Chair”, una de las canciones favoritas de Karen Dalton incluida en su disco de rarezas “Green Rocky Road” (2008). La industrial “Factory Girl” es otro tema muy versionado, como Hayden misma en su álbum “Soil And Song” (2019) –la cantante dispone de un pasado más crudo en proyectos experimentales como Vibracathedral Orchestra y Schisms– o las eufónicas hermanas Roches en “Nurds” (1980). Hayden refuerza su aire irlandés con otro arreglo de violín y expande más allá de los cinco minutos esta historia de desamor entre una chica pobre y su pretendiente rico. Sin olvidarnos de “She Moved Through The Fayre”, mil veces revisitada hasta por post-punkers folclorizados como Eyeless In Gaza, y de otra joya capturada por Vaughan Willimas, “The Unquiet Grave”, donde una fallecida retorna de forma imprevista para acallar el duelo de su amado. Shirley y Dolly Collins la incluyeron en otro de sus grandes discos, “The Power Of The True Love Knot” (1968), pero añadan a David Pajo, Circulus, Joan Baez, Steven Wilson o de nuevo Steeleye Span.
“Cold Blows The Rain” es un disco finísimo y de gran negrura justificada por las desgracias que se relatan en estas canciones pobladas con personajes humildes, soldados, amantes despechados, espectros y condenados a muerte, porque al final lo somos todos, que contrasta con el dinamismo, incluso optimismo, imperante en el revival folk de finales de los años sesenta. Pero escuchado del tirón es cuando “Cold Blows The Rain” adquiere todo su sentido y verdadera fuerza hipnótica, como una garúa que cala los huesos con el poder contradictorio de templar también el alma en pleno invierno, aunque sea tan descafeinado como el nuestro. ∎