Reedición

Brion Gysin

Junkwewantsounds, 2024

Brion Gysin (Taplow, Inglaterra, 1916-París, 1986) fue un personaje chamánico y psicodélico de talento inagotable: pintor, calígrafo, empresario, escultor cinético, novelista, artista de performance, fotógrafo, poeta, cuentacuentos, restaurador, artista sonoro y pionero del primer arte multimedia, y un incansable viajero por todo el mundo. Pero la vida y obra de Gysin estuvieron marcadas por el fracaso: en 1935, a los 19 años, iba a ser incluido en una exposición de dibujo surrealista en París, junto a figuras ya consagradas: Max Ernst, Salvador Dalí, René Magritte y Pablo Picasso. Lo que pudo ser el espaldarazo que lo aupara al Olimpo se convirtió, en cambio, en el sino de su trayectoria cuando, en el último minuto, André Breton, el capo surrealista, ordenó retirar los cuadros de Gysin el día de la inauguración. Nunca sería famoso, pero sus amigos sí lo serían y él se conformaría –¡qué remedio!– con ser influyente.

Pero más que situarlo en el surrealismo, Gysin encaja mejor en la corriente de la generación beat: su eterna amistad con William S. Burroughs –con quien vivió en Tánger en los años cincuenta y luego en París y a quien enseñó el cut-up (cortar en pedazos) dadaísta, técnica de montaje procedente de las artes visuales que él aplicaba a la palabra escrita– lo convirtieron en artista de culto para iniciados y un referente ineludible para una miríada de personajes que terminaron siendo infinitamente más famosos que él, sobre todo en el ámbito del rock: de Brian Jones, el fallecido genio en la sombra de The Rolling Stones, a Monte Cazazza, pasando por Soft Machine, David Bowie, Genesis P-Orridge, Hafler Trio y Cabaret Voltaire, que también aplicaron el cut-up a las letras de las canciones y a grabaciones de voces en bucle.

Sin ser la música su principal actividad, al igual que sucedía con Burroughs, Gysin tampoco era ajeno a los estudios de grabación y registró (casi siempre para sí) ejercicios experimentales de poesía fonética, como “I Am That I Am”, de 1958 –que se adelantó varios años a “It’s Gonna Rain” y “Come Out”, de Steve Reich–, o “Pistol Poem” –en el que hacía coincidir su voz con una serie de disparos grabados desde distintas distancias para la BBC en 1960–. Pero mientras Burroughs aparecía aquí y allá en discos de artistas del espectro alternativo, de Laurie Anderson a Tom Waits, el nombre de Gysin destacaría, curiosamente, en un álbum de 1985 –el que ahora nos ocupa–, publicado un año antes de morir, que, en realidad, tampoco era suyo y ni siquiera era experimental.

En su edición original de 1985, este álbum se tituló “Ramuntcho Matta Presents Brion Gysin / Polo Lombardo”. En una de las caras del LP aparecía la voz de Brion Gysin y en la otra la del tal Polo Lombardo, completamente desconocido para mí. Ahora, casi cuarenta años después, los cuatro temas de la cara A, la de Gysin, se han reeditado con el nombre de una de sus piezas más memorables, “Junk”, añadiendo tomas nunca editadas o versiones solo aparecidas en CD. El tal Ramuntcho Matta, de nombre real Miguel Matta Echaurren, es el verdadero autor del disco. Nacido en 1960 en Neuilly-sur-Seine, un barrio de París, hijo del arquitecto y artista chileno Roberto Matta, a los 18 años viajó a Nueva York al funeral de su medio hermano, el artista estadounidense Gordon Matta-Clark. El luctuoso viaje se transformó en una larga estancia de dos años en la capital del mundo, donde conoció y trabajó como ayudante de John Cage y Laurie Anderson (otra seguidora de los experimentos cut-up de Gysin). A Gysin ya lo conocía: había sido amigo de su padre en el París de finales de los años treinta, y siendo un adolescente trabajó como asistente de Gysin. Pero en Nueva York, rebosante de la energía del punk y la no wave, Matta debutó discográficamente en 1978, grabando un single para el sello Celluloid con dos temas instrumentales, “Junk” y “Kick”, deudores, por completo, de la música de los primeros Talking Heads y James Chance.

Años después, ya de vuelta en París, reunió a una banda que recorría el espacio alternativo francés y los confines del jazz y el funk global: los bajistas Yann Le Ker (Modern Guy) y Fil Mong, los baterías Frédéric Cousseau (Suicide Romeo) y Abdoualey Prosper Niang, el percusionista Jean-Pierre Coco –al tambor parlante, un instrumento tradicional del África Occidental– y el fabuloso trompetista Don Cherry –residente entonces en París–. Con ellos grabó en el sello Mosquito el citado “Ramuntcho Matta Presents Brion Gysin/Polo Lombardo”, que incluía en la cara A cinco piezas en las que involucró a Gysin interpretando poemas propios. Son esas piezas las que ahora se han reeditado, con dos versiones alternativas de “Kick” nunca antes publicadas y dos temas –“V.V.V.” y “All Those Years”– que habían aparecido anteriormente en otra reedición más extensa de músicas sobre textos de Gysin –“Self-Portrait Jumping” (Made To Measure, 1993)–. Lo más interesante son, indudablemente, los experimentos poético-vocales de Gysin: “Kick” incluye permutaciones de la frase “Kick that habit, man” –del tema existe otra grabación a cargo de Monte Cazazza–, mientras que en “Stop Smoking” Gysin simula –tal vez no en todas las ocasiones– una gruesa tos de fumador: el artista ya sufría un cáncer avanzado, del que moriría al año siguiente. En realidad, Gysin canta (o, más bien, recita, con variedades de tono y énfasis) como si fuera un cruce entre su amigo William S. Burroughs, Mark E. Smith (de The Fall) y David Thomas (de Pere Ubu). Pero la música… Pese a la presencia de Gysin y de Don Cherry, no deja de ser un pastiche de influencias funk y disco en las que se cuelan Talking Heads, Chic y Grace Jones. Bien construidas, sí, pero sin que aflore el auténtico talento de los artistas de quienes se toma la influencia. Aun así, recordar a Gysin siempre merece la pena. ∎

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