Álbum

Cachito Turulo

Sexo salvaje a escondidasHumo Internacional, 2024

Después de quince años (2006-2021) al frente de Fasenuova junto a Roberto Lobo, Ernesto Avelino empezó un nuevo proyecto, Cachito Turulo, pero esta vez en solitario. El nombre, como una liana, lo toma de una canción del dúo, incluida en el álbum “A la quinta hoguera” (2011), y más tarde en un EP de remixes de la misma. Aunque los temas de Fasenuova (según testimonio de Humo, su discográfica) “han tenido vocación de hits desde un inicio, independientemente de la aceptación y difusión que hayan alcanzado”, la banda se separó en su mejor momento: pareciera que a Avelino le gustase estar en los márgenes o, siguiendo su nuevo título, a escondidas.

“Crísper en el hi hat”, su primer EP bajo el nuevo nombre, fue nombrado el mejor del año pasado para esta revista. Ahora llega Sexo salvaje a escondidas, que, con solo un tema más pero el doble de minutaje, se presenta como su LP de debut (por ir a la contra, para variar). El trabajo es provocador desde el minuto cero, aunque gran parte de su desafío esté más fuera que dentro. Como muchacha (relativamente) joven, afronto con algo de hostilidad enfrentarme a un trabajo que une el sintagma “sexo salvaje” a un retrato de carnet de un Avelino sonriente que me dobla la edad. Importunar parece su objetivo, así que bien hecho está todo aquello que cumpla este propósito. Por dentro, sin embargo, no diré que haya luz, pero toda la oscuridad está impregnada de una particular belleza apocalíptica: es extremadamente reconfortante de escuchar pese a su espíritu rupturista.

Antes de Fasenuova, el dúo era conocido como Hegemonía y más tarde como Goodbye. Previamente a ello, Ernesto Avelino formaba parte del colectivo de Mieres Etika Makinal. Digamos que el asturiano lleva agitando desde las sombras desde mediados de los ochenta, y en su nuevo LP hay un poco del ayer y un poco del presente. En este, Cachito Turulo recurre a la electrónica por su carácter tenebroso, pero la despoja de su elemento más reconfortante: ninguno de sus temas nuevos tiene un beat que pueda bailarse. Hay un tempo pero apenas percusión, convirtiendo el disco así en un trabajo nocturno, pero para dormir en un banco en lugar de acudir a una rave. Así, el trabajo se asemeja más a un poemario musicado, o al guion de una película que sobre un trasfondo de ciencia ficción oculta una doctrina revolucionaria.

“Sexo salvaje a escondidas” es la banda sonora de un futuro distópico quizá no tan ficticio. Por ello, el compositor parte del footwork, del EBM, del mákina y del punk, pero eliminando esos elementos que convierten cada género en zona de confort para sus oyentes: la percusión, los pedales que aporten densidad, la estabilidad vocal o una estructura predecible brillan por su ausencia. Pese a ser un debut, se trata de un trabajo extremadamente agónico, que proviene de lo más profundo de una mina mierense. Como ejemplo, “Ángel de Andrómeda”, que cierra el álbum, se viste con unas respuestas al verso que nacen del bakalao pero nunca llegan a romper: sabe lo que quieres, pero no te lo va a dar. Por su parte, “La noche ha de llenarse” es la única con vocación de single (y acertadamente el único adelanto), pero su melodía es demasiado fragmentaria para hablar de redondez compositiva. “La noche ha de llenarse de muchos hombres muertos”, recita mientras tanto: no está buscando una canción cristalina, pues de todo lo que habla ya está roto.

Avelino pasa por las estrofas declamando cuando le viene en gana, afinando cuando le apetece y con una intención que parece quebrarse en cualquier momento. Es crooner, pero, ante todo, es un profeta al que muchos tomarían por loco. A través de la música electrónica menos ociosa del panorama, el de Cachito Turulo es un proyecto de cantautor, si entendemos la canción de autor como en el cine se entiende el cine de autor. El disco, que desgrana la experiencia sexual, usa esta como vía para profundizar en el concepto de intimidad. Quizá por ello el trabajo esté tan vacío, pues a menor número de elementos, menos probable ser escuchado en sociedad. En cualquier caso, Cachito Turulo sabe que no toda subcultura es contracultura, y con “Sexo salvaje a escondidas” ocupa el espectro político que la electrónica minoritaria, cada vez menos reposada, parecía haber perdido. Ante un underground cada vez más absorbido por la corriente dominante, el asturiano aparece con un trabajo que, por oscuro que parezca, apunta su luz hacia el camino alternativo que pocos estaban encontrando. ∎

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