Álbum

Carolina Durante

Elige tu propia aventuraSonido Muchacho-Universal, 2024

Es el desafío de todos los artistas a los que se les adjudica la etiqueta de “generacionales”: conseguir evolucionar a la par que lo hace tu público, sin alienar a los seguidores originales y, si puede ser, ampliando el número de fans. Carolina Durante lo intentan en su tercer álbum y salen más que airosos de un trabajo que, sin perder sus características vitales, supone la entrega más variada, rica y sorprendente de su trayectoria.

En su caso, lo de “generacional” es más que justo. Primero, por su capacidad innata para hablar de los problemas de la gente de su edad y su facilidad para conectar con ellos. Solo hay que ir a un concierto de los madrileños para comprobar de forma fehaciente que ese vínculo artista-fan es natural, automático y profundo. Para ellos, Carolina Durante es más que su artista favorito. Son las canciones que han puesto banda sonora a su vida, son las letras que han sentido que describían sus experiencias vitales y, quizá lo más importante, son las canciones que han animado a coger instrumentos musicales y tratar de ser artistas también. Da igual si estos “cuatro chavales” son los mejores. Lo que es seguro es que son los más importantes.

Existe la tentación de catalogar “Elige tu propia aventura” como el primer disco de madurez del cuarteto. Lo es en cuanto a que hay un giro fundamental en la parte lírica, que deja de mirar hacia fuera para ajustar cuentas con uno mismo. Muchas de las observaciones sociales de anteriores entregas pasan a ser ahora (auto)análisis psicológicos que dejan entrever batallas internas. Joderse la vida” tiene un título tan explícito como lo son algunos de sus versos: “Me llama mi madre: ‘¿cómo estás, cariño? / Hace meses que estoy preocupada, amor mío / Me dice tu hermano que estás deprimido’/ No te rayes, mamá, mañana me cuido”.

Que haya un cambio de perspectiva en los personajes que pueblan las canciones no quiere decir que haya menor fiereza en la actitud instrumental. Buen ejemplo es Normal”, el tema en el que por sorpresa aparece Rosalía haciendo dueto vocal con Diego Ibáñez: un piano tipo The Stooges abre una puerta sonora sugerente antes de que entre el arsenal de guitarras distorsionadas que envuelven una melodía pegadiza. Tomé café” quizá sea la pieza más desbocada que hayan hecho nunca. El estribillo chillón emula perfectamente la sensación de haber tomado demasiado café –u otras sustancias, allá cada uno–. Queda claro que la presunta madurez no está reñida con mantener las revoluciones a todo trapo.

“San Juan” es puro pop noventero con riff adhesivo de armónica. Al final, una de las mayores diferencias entre Carolina y otras propuestas homólogas es la seguridad de encontrar melodías que indefectiblemente acabarán elevando la canción. Aquí por un momento suenan relajados, con la sensación de estar pasando un buen rato entre amigos. Los años noventa como pasado mítico al que recurrir vuelve a aparecer en Verdes, césped”, con guitarras crujientes y una estructura tranquila-FUERTE-tranquila-FUERTE muy Pixies/Dinosaur Jr. Otro nuevo matiz en un álbum con más capas que los anteriores.

“Elige tu propia aventura”, el tema titular, sirve también como pieza central, tanto por su colocación en el tracklist como por los arreglos musicales que presenta: acústicas, cuerdas, vientos. También lo es por la letra, en la que planea una importante influencia de Los Punsetes –a su vez, también un grupo generacional–. “Elige tu propia aventura / Elijo ser un hijo de puta / Elijo ser como mi padre / Y elijo dejarte aparte”, canta Diego Ibáñez. La huella punsetera también se nota en la automitológica “Tempo 2”, aunque aquí con un curioso formato de rock de regusto madchester. En Misil”, por detrás del estribillo feelgood, reside una emocionante letra de amor: “Apareciste en mi vida como un misil / Dentro de mí ahora una guerra civil / Llevabas un vestido azul marino / Que se morían los peces al pasar por el río”, escribe Ibáñez.

La velocidad se mantiene alta en la trepidante Monstruos”, que presenta uno de los grandes leit motivs del conjunto: “No me busques ni me escribas / Quiero una vida aburrida”. A la vez: “Fanáticos me envían cartas / Quieren saber cómo se lleva / Ser tan feo por dentro / Y tan guapo por fuera”. Ahora los bajones no son puntuales tras una resaca, sino más profundos: tienen que ver con dudas existenciales, con estar deprimido, con buscar vías de salvación, con crecer, en definitiva. Crecer de verdad. Hamburguesas” es como un ying-yang: “He vuelto al agujero del que te hablé / Sigue todo igual de negro que la última vez”, canta Diego en las estrofas. En los estribillos, en cambio, hay espacio para la esperanza: “Porque fuera hay cosas preciosas / Hamburguesas, el fútbol, mi madre / Mis amigos suman más que mis demonios”.

La efervescente Dios plan”, un grito de autoafirmación, deja espacio para la canción más íntima y delicada del repertorio de Carolina Durante, titulada sencillamente Interludio”. Como cierre, “Probablemente tengas razón” es un sorprendente colofón con unas guitarras atmosféricas un poco a lo Echo & The Bunnymen y, de nuevo, una trompeta y cuerdas que lo giran hacia terrenos Boo Radleys –referencias que quizá no comparta la banda, es la magia de la música–. “¿Qué nos ha pasado? Si no ha pasado nada”, se repite como letanía final.

Se trata, en definitiva, de un disco que abre más puertas de las que cierra. Que puede suponer el fin de una etapa y el comienzo de otra y que, como disco de transición, supone un documento único en la historia de uno de los proyectos musicales más fascinantes en lo que llevamos de siglo en España. ∎

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