Hijos de las mil y una crisis, equilibristas en la cuerda floja de la precariedad y habilidosos exploradores de las ribas menos concurridas del indie
made in Spain,
Chaqueta de Chándal reactivan su turbina de fogoso y chispeante motorik mutante, de pop cubista y esquinado, con el vibrante y airado
“Flema eterna”. Canciones contra el sistema, da lo mismo cuál, y humor torcido para encajar las más que previsibles derrotas.
Venía el trío argentino-barcelonés del algo más árido
“Futuro, tú antes molabas” (2022), disco de entretiempo y pandemia que ahora da pie a un artefacto más certero y afilado; un concentrado de Chaqueta de Chándal en el que empiezan sonando a Stereolab, se disfrazan de Els Surfing Sirles y Minibús Intergalàctic en
“Convención de aspirados” y
“Seny”, rabiosa crónica esta última del desencanto político en Cataluña, y lo mismo desfiguran a los Stranglers que persiguen a Neu! en
espardenyes.
Ahí sigue, marca de la casa, la rabia; ese tirar con bala contra los desmanes de la sociedad contemporánea y repartir salivazos ecuanímamente entre migrañas y melopeas, entre los vapores tóxicos de
“Objetivo indiscreto” y el ímpetu electrizando de
“Declaración Universal de unos Desechos Humanos”.
Lo que cambia, o mejora, es el armazón melódico de canciones como
“Estoy al horno”,
seis minutazos de trote krautrock despendolado y aromas progresivos que viajan ligeros e ingeniosos entre guiños al desarraigo y versos heridos por la extrañeza de quien no puede votar pero en cambio sí que tiene que pagar impuestos.
“No soy, no soy de aquí, me falta el DNI”,
resume al micrófono Natalia Brovedanni.
Para llegar hasta ahí hay que pasar primero por un tríptico conceptual que devuelve a la vida al tamagotchi, simpático animal digital de compañía que causó furor a finales de los años noventa y protagonista aquí de una antiópera envasada al vacío sobre la opresión laboral, el consumismo desmadrado y el ser humano como, en fin, basura espacial que gravita alrededor de sí mismo. Un imponente aldabonazo que refuerza el poso conceptual de un disco en el que solo hace falta seguir la línea de puntos que va de versos como
“somos vuestros despojos, la cicatriz de los que juegan a ser Dios” a
“tú tragas y tragas como tragan las ocas”. “La queja sublimada en tantas ganas de bailar”, como cantan en
“Tamagotchi antisistema - Parte II”. ∎