Álbum

Cosey Fanni Tutti

2t2Conspiracy International, 2025

¡Sorpresa! Aunque musicalmente prolífica desde que cofundó Throbbing Gristle en 1976, “2t2” es solo el tercer álbum de estudio en solitario de Cosey Fanni Tutti, después de “Time To Tell” (1983) y “TUTTI” (2019). El resto de su discografía la ha hecho, la mayoría de las veces, con su colaborador habitual, Chris Carter, su marido y también exintegrante de TG, con quien ha trabajado a dúo desde la separación de TG en 1981, primero como Chris & Cosey, dúo de tendencia synthpop, y desde 2000 como Carter Tutti, nuevo nombre con el que explorar sonidos más ambientales. El hogar de la pareja, un amplio edificio –antiguo colegio reformado por ambos hace más de treinta años– situado a las afueras de King’s Lynn, una pequeña ciudad portuaria del este de Inglaterra, es a la vez vivienda y estudio de grabación. Con una relación musical tan larga y en un hogar compartido en constante ebullición de sonido y energía creativa, Cosey decide qué va a ser exclusivamente suyo y qué va a ser compartido, dependiendo a veces de los sonidos que surgen y del estado de ánimo en que surgen.

En esta ocasión, el tono de “2t2” emerge, según ha explicado ella misma en recientes entrevistas, de un período de enfermedades, dificultades y eventos traumáticos no especificados que la llevaron a procesar la incredulidad, la ira y el dolor por sí misma. “Lo empecé en enero de 2023; luego, en febrero, pasaron cosas y no pude retomarlo durante casi un año. Así que se convirtió en un álbum bastante diferente: habían pasado muchas más cosas, mi estado de ánimo había cambiado y los sonidos no se correspondían con mi situación, que era lo que realmente necesitaba. Lo necesitaba como un exorcismo de lo que había estado pasando en nuestras vidas”, explicó en ‘The Wire’ hace unos meses.

Al igual que “TUTTI”, “2t2” se divide en dos mitades: la primera, más rítmica; la segunda, más reflexiva. “Stolen Time”, situada en el medio, participa de ambos mundos, aunque es en la primera mitad, sobre todo, en la que encontramos ese característico sonido de corneta que la ha acompañado como seña de identidad personal desde los tiempos de TG –en “To Be”, segunda de las nueve piezas del disco, si cierras los ojos podrías imaginar que estás oyendo realmente a TG–. Los sonidos extraños son una constante en todo el disco: podemos escuchar una armónica gigante, con unos tonos bajos tan profundos que, como bromea Cosey, podría “provocar un terremoto”, y hay también un TERRA, un sintetizador microtonal de SOMA Laboratory, regalo de Chris, construido, como explicaba Cosey en la citada entrevista en ‘The Wire’, “en un trozo de madera extraído del tronco de un árbol, así que tiene forma de árbol”, que permite “muchas variaciones y sonidos que nunca había oído antes”.

Pero tras esa primera parte que podríamos considerar más… “frívola”, las cuatro últimas piezas (precedidas de “Stolen Time”) se convierten aquí en una sucesión de paisajes sonoros pantanosos, electrónicos y palpitantes, con lejanos influjos de jazz. Se diría que conforman una especie de autorretrato que se remonta a través de todos los sonidos de su vida: una minería del alma en la que lo industrial (es así: ella contribuyó a crear esa forma de definir determinados sonidos) se convierte en espiritual. Lo maquinal en personal.

A partir de “Respair” cada pista es, quizá, un ejercicio de meditación, en el que Cosey retrocede a estados de ánimo particulares para volver a situarse en el presente. Y, si bien “Threnody” se muestra casi celestial (y ofrece los momentos más bellamente melódicos del disco), en “Sonance” y “Limbic”, con la que el disco concluye, la oscuridad inicial regresa, pero ahora no es rítmica, sino que la entendemos como secuelas de un trauma (recordemos que en sus entrevistas, Cosey no ha explicitado en ningún momento de qué se trata). Como si Cosey nos estuviera enviando señales tenebrosas de su subconsciente (aunque parecen proceder de las capas más profundas de la Tierra), que quisiera sacar a flote y, sin embargo, siguiera manteniendo escondidas con el potente contraluz de una cegadora luz. ∎

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