Crumb deben haberse autoeditado este segundo álbum, continuación del hipnótico “Jinx” (2019), por convicción, no por falta de ofertas. Con Jonathan Rado de Foxygen como productor, el grupo liderado por Lila Ramani salta aquí de aquel (estupendo) sonambulismo a una versión más fervorosa y asequible de sí mismos, sin que eso signifique abandonar la extrañeza.
Las canciones de “Ice Melt” se deshacen realmente en los oídos y se resisten a ser catalogadas, encerradas entre términos. La tentación es decir pop psicodélico; marcado a fuego por el funk de una sección rítmica tan elegante como, en ocasiones, asesina. El batería Jonathan Gilad ha añadido samples y cajas de ritmo a su arsenal: cuando quieren, Crumb suenan ahora a hip hop marciano y glitchy, como al final de “Up & Down”.
Pero quizá la mayor sorpresa sea una subtrama disco que asoma también en “Up & Down” para acabar de explotar del todo en “Balloon”, maravillosa locura sobre –cuenta Ramani– “una chica que baila tan rápido en el club que se le cae la cabeza”. Traten de escuchar esas voces de helio sin perder la cordura y dejarlo todo por unos minutos.
Las influencias de psicodelia sixties, pero quizá, sobre todo, las voces melodiosas y de expresividad contenida de Ramani pueden hacer pensar a menudo en Broadcast. Difícil que “Gone” no surja de una escucha intensa del grupo de Trish Keenan. No sobran en 2021 grupos que suenen a ellos, que busquen a la vez el impacto pop y el embrujo más inasible. Solo por eso, aunque “Ice Melt” no acabe de ser un nuevo “The Noise Made By People” (2000), bravo por Crumb. ∎