El primer disco largo de Daniella Barbarito se estrena con los más de siete minutos de “Penélope”. Toda una prueba de fuego si consideramos que la venezolana, afincada en Barcelona, canta en castellano y se expone al detallado escrutinio del debut. Digamos, pues, que su interpretación vocal es sinuosa y que sus letras, algo filosóficas y ricas en figuras retóricas, se prestan un poco a la hermenéutica. Musicalmente, la odisea con la que debuta “Éramos muchos y parió la abuela” no se conforma con el esquema inicial de voz y guitarra. Acordeón, tambor, violín, algún teclado y otros colores tejen en cambio texturas folk de hipnótico resultado.
Las comparaciones con Joanna Newson van a ser inevitables –“San Isidro”–, pero eso no es malo si las composiciones están a la altura –me refiero en este caso a las de la norteamericana, por supuesto–. Algunas inflexiones vocales también recuerdan a Devendra Banhart y se agradece de vez en cuando el empleo de las octavas superiores. El mellotron de “Emily Dickinson”, y todo lo demás en esta pieza, lo firmaría sin remilgos Marissa Nadler. La afín Josephine Foster dedicó el álbum “Graphic As A Star” (2009) a los poemas de Dickinson y David Sylvian escribió una canción con su nombre aquel mismo año. Preciosa canción y un camino a seguir. Pero el espectro sonoro de la carioca traspasa los límites del viejo weird folk. El evocador vals de “Otro Lugar” contiene unos arreglos de piano y acordeón capaces de trasportarte bien lejos. Y de eso se trata.
Pero Barbarito también tiene hueco para la canción tradicional. “Caminito”, pasaje llanero venezolano –un subgénero del joropo–, entraría de pleno en esta categoría si no fuese por el añadido de teclado y guitarra eléctrica con aromas psilocíbicos. Dejarse llevar por esta intensa tonada para loor de vagabundos puede hacerte llorar de emoción. La letra de “Por si fortis” prosigue con “incurritis calaverin coquis”. Barbarito tiende a los trabalenguas, las jergas floridas y los sentidos ocultos. Tampoco es nueva, aunque no recurrente, la costumbre de mencionar alimentos en las canciones. Lucio Battisti (o mejor dicho, su letrista Mogol) o Juan Wauters se han entregado con gusto a estos ágapes melómanos. En el carpe diem de “Por si fortis” se degustan fresas, helado de mantecado con caramelo, arroz con leche, aceitunas y plátanos.
La cosa termina en “Berrinche”. Dory Previn, cantautora de parecido cabello rizado y revuelto con tendencia a reírse de sí misma, viene al recuerdo en esta canción luminosa donde su protagonista se reprocha pensar demasiado en “cosas abstractas”. Lo hace desde una sana comicidad aunque sea complicado entender todas las palabras. Ni falta que hace. Se dice que Barbarito reimagina la identidad venezolana, pero cualquiera que sea el significado de “Éramos muchos y parió la abuela” –un disco financiado con crowdfunding y titular de una portada en la que vale la pena fijarse– no hay duda de que su fecunda mayéutica ha alumbrado ocho canciones fenomenales que, esperamos, marquen el principio de una brillante carrera. ∎