Álbum

DARKSIDE

NothingMatador-Popstock!, 2025

Hay proyectos que empiezan casualmente y como algo paralelo para convertirse, al final, en algo esencial para sus autores y quienes los siguen. Es el caso de DARKSIDE, el dúo formado por Nicolás Jaar y Dave Harrington, quienes esta vez, por suerte para muchos, no han querido tomarse ocho años para dar continuación a su anterior disco. “Nothing” llega solo cuatro después de “Spiral” (2021), pero de nuevo es una transformación completa y profunda para este grupo escurridizo como pocos: tras pasar de las influencias italo al psych-folk, ahora se apoyan en influencias de americana para esculpir una singular idea de pop. Aunque citar dos estilos quizá no sirva para definir este disco desconcertante (en un buen sentido); DARKSIDE se empeñan aquí en cambiar bruscamente de dial una y otra vez, no solo entre tema y tema, sino también dentro de una misma pieza.

El disco se llama “Nothing” porque era eso, nada, nada en concreto, lo que se propusieron buscar cuando empezaron a grabar. Si antes solían pulir ideas desperdigadas, ahora prefirieron partir de cero y hacer caso al subconsciente en sesiones espontáneas que ellos llamaron “Nothing Jams”. A ellas se sumó, y ahora el dúo es, en principio, trío, su amigo de toda la vida y colaborador Tlacael Esparza, batería conocido por haber creado Sensory Percussion, un innovador sistema que permite controlar samples electrónicos con particulares delicadeza de matiz y expresividad.

De aquellas sesiones, luego cuidadosamente editadas, nació un disco sin fronteras genéricas claras, con claras motivaciones pop pero también mucha fuga psicogénica. Lo que empezó como una versión de “Baltimore” (Nina Simone) acabó siendo el raro dub ácido de “SLAU”, nutrido de voces indescifrables, medio diabólicas. La cara más accesible de DARKSIDE asoma en el boogie-funk mutante de “S.N.C.”, especie de reconstrucción/extensión del “Rock’n’Roll Band” del grupo rock sureño Duke Jupiter, de los que samplean y deforman sus voces (“I did it for the rush / I did it for the time of my life”) para hacer que se disparen las endorfinas. “Are You Tired? (Keep On Singing)” juega con la melancolía vocal antes de deslizarse inesperadamente por el terreno de bandas jam como Grateful Dead o Phish (o Taper’s Choice, el proyecto de Harrington con gente de Real Estate y Vampire Weekend) y terminar derivando en una banda sonora de wéstern alucinado. “Graucha Max”, rodaja de dance punk abrasivo, medio descarriado, deriva hacia lo rave en una outro simplemente sideral.

Es música para desahogarse y perder el sentido en mitad del fin del mundo. Hay momentos en que cuesta entender a Jaar, pero en esa especie de vals lynchiano llamado “Hell suite, Pt. I” se le oye claramente cantar: “Estamos viviendo en el infierno”, una frase que tras el 20 de enero tiene especial significado. Se interpola y subvierte el “Imagine” de John Lennon: “Imagina a toda la gente viviendo en el infierno / No hace falta mucho esfuerzo”. La segunda parte vira hacia el psych-folk y una especie de perverso, tóxico yacht rock con falsete extrañísimo al frente. Le sigue, cerrando el disco, “Sin el sol no hay nada”, amargo soundscape con un sonido que termina siendo tan destructivo como purificador. ∎

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