Álbum

DIIV

Frog In Boiling WaterFantasy-Music As Usual, 2024

A veces los grupos dan lo mejor de sí mismos cuando peor se llevan. Según cuenta la leyenda, Mike Love describió el cambio de dirección de The Beach Boys en “Pet Sounds” (1966) como música “para los oídos de un perro”. “Rumours”, el clásico de Fleetwood Mac de 1977, no es tanto un disco de ruptura como de rupturas: tres parejas se caían a pedazos. Durante la grabación de “Siamese Dream” (1993), Billy Corgan, líder de Smashing Pumpkins, fantaseó con el suicidio y adoptó maneras tiránicas para controlar a sus compañeros, sobre todo al batería Jimmy Chamberlin, que podía desaparecer durante días por temas de drogas.

“Frog In Boiling Water”, que bien podría ser el mejor, más depurado disco de los shoegazers DIIV, es también el premio a una temporada en el infierno. Lo que iba a ser una secuela espontánea y rápida del denso “Deceiver” (2019) acabó cogiendo forma mucho más tarde de lo esperado, después de un paréntesis forzado por la pandemia y un intento fallido de aglutinar las ideas acumuladas solitariamente en un gran todo colectivo. Acabaron llamando al productor Chris Coady (Slowdive, Beach House) para que ejerciera como mediador, pero según han contado en entrevista con ‘Esquire’, cuando empezaban a pelearse, lo más normal es que Coady se marchara de la habitación.

Su función no era ejercer como terapeuta de banda, debía pensar, sino más bien dar espaciosidad y majestuosidad aérea al sonido de la banda. DIIV nunca han sonado mejor ni más maduros, menos efectistas, echando por tierra definitivamente los exabruptos de esos detractores que dejan distraerse por cuestiones extramusicales: ¿a quién le importa o molesta que su líder Zachary Cole Smith sea hijo de una antigua editora de moda de ‘Vogue’?

La música es todo lo que importa. Aquí el primer golpe sobre la mesa es “In Amber”, cargada de una electricidad pesada y narcótica al estilo Deafheaven, pero con una melodía finalmente muy Beach House. La sigue una más ligera, casi grunge-pop, “Brown Paper Bag” (no es versión de Roni Size), con clara referencia final al “i only said” de My Bloody Valentine. Poco a poco, se advierte que en este disco DIIV vienen a mostrar su lado más suave, sin que eso signifique menos turbio: “Raining On Your Pillow” mece su bella melodía sobre una atmósfera saturada de sintes analógicos o bucles de cinta. Cortes como “Everyone Out” y “Somber The Drums” cultivan la hipnosis a través de una tensión rítmica casi inédita en ellos. En la definitiva “Soul-net” suenan como una banda que ha logrado el dominio natural de su estilo.

Es todo una traducción sonora, han dicho en nota de prensa, de la vida bajo el yugo del capitalismo tardío. Como en la parábola que da título al disco, somos ranas hervidas lentamente en una brutalidad que ha acabado haciéndose cotidiana y parece la única realidad posible. Pero aunque DIIV busquen la distopía absoluta, no pueden evitar dejarse tentar por lo bello: ya sea en forma de melodías, guitarras sobrenaturales o versos luminosos (como “sé que puedo dejar esta prisión”, en “Soul-net”), surge una y otra vez la esperanza. ∎

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