Álbum

Dobrawa Czocher

DreamscapesModern, 2023

Los sueños han fascinado durante mucho tiempo a artistas de todo el mundo, inspirándoles en sus afanes creativos. Los antiguos egipcios creían que los sueños eran enviados por los dioses y para los antiguos griegos ofrecían información de seres sobrenaturales. Según Freud, eran una manifestación de deseos ocultos. Cómo estas ficciones del subconsciente pueden parecer a la vez fantasmagóricas y reales, cómo son capaces de retorcer, doblar y expandir el propio tiempo, o la relación que pueden tener con nuestra vida despierta, son cuestiones que han inspirado a personalidades como Debussy, Dalí –que llamaba a sus cuadros “fotografías de sueños pintadas a mano”– y Kafka, y estas mismas reflexiones han servido también de punto de partida para “Dreamscapes”, el álbum de debut en solitario de la violonchelista polaca Dobrawa Czocher, a la que hasta ahora conocíamos por sus dos discos formando tándem creativo con la pianista polaca Hania Rani, “Biała flaga” (2015) e “Inner Symphonies” (2021).

A sus 31 años, Czocher ya puede echar la vista atrás y contemplar una exitosa carrera musical. Tras graduarse en dos prestigiosas academias de música –la Universidad de Música Chopin de Varsovia y la Hochschule für Musik de la ciudad alemana de Detmold–, pasó a formar parte de la Junge Deutsche Philharmonie y más tarde fue violonchelista principal de la Neue Philharmonie de Berlín y solista de la Filarmónica de Stettin. Durante estos exigentes años, Czocher adquirió un profundo conocimiento del repertorio clásico y se distinguió como violonchelista de primera fila. Sin embargo, junto con su amiga y colega Hania Rani, Czocher se aventuró por primera vez en la composición.

Aparte de las evidentes habilidades técnicas de Czocher con el violonchelo, que ha desarrollado desde los siete años, es la naturalidad con la que mezcla la música de naturaleza académica con enfoques alternativos de grabación y sonido lo que comenzó a cautivar al público. Ahora, ya en solitario completamente, con “Dreamscapes” demuestra lo bien que sabe moverse entre la música clásica y la contemporánea, y se rastrean influencias en su música que van desde Brahms hasta Philip Glass, pasando por el Renacimiento, el Barroco o, incluso, la banda mancuniana GoGo Penguin. Esta obra atmosférica se sitúa estilísticamente entre tantos territorios distintos que no se puede encontrar un género adecuado en el que categorizarla. Además, en vez de regodearse en la opulencia del sonido del violonchelo, como suele ocurrir en la música clásica, “Dreamscapes” subraya siempre el carácter frágil del instrumento.

Aunque los diez temas del álbum no son estrictamente lineales, sí siguen un orden natural. Se podría considerar como un disco conceptual típico: las piezas individuales forman un todo lógico, que recuerda a un viaje por el subconsciente humano, desde un prólogo tranquilo hasta un epílogo enérgico, pasando, entre tanto, por un desarrollo oscuro y misterioso.

El viaje se inicia con “Prologue”, que comienza con agudos armónicos de sonidos amplios y espaciosos que aluden al acto de quedarse dormido y entrar en el mundo de los sueños con todas sus maravillas y misterios ilimitados: “La sensación y la atmósfera se ajustan a un comienzo en el que aún no sabes qué tipo de aventura te espera”, dice Czocher sobre la pieza. La música va atrayendo suavemente al oyente a este universo, con motivos que se repiten, arpegios improvisados, misteriosas líneas de bajo y glissandi que pintan paisajes cada vez más fantásticos con cada nueva pieza. Tan cinematográfica como es la música, también trasciende lo visual y toca emociones profundas. En “Forgive”, Czocher aborda las profundidades más oscuras del alma, como si se cuestionara el significado de los sueños: “¿Podemos trabajar nuestro subconsciente en sueños? Quizá el sueño es un momento en el que realmente conectamos con él, y nos brinda oportunidades especiales para trabajar sobre dilemas interiores”, se pregunta. Es la pieza que más claramente toma prestada su inspiración de los cuartetos de cuerda de Glass y utiliza la repetición como medio para arrastrar hipnóticamente al oyente a estas reflexiones y a su mundo sonoro.

Mientras que la primera mitad del álbum se dedica principalmente a crear ricas atmósferas, colores y texturas, la segunda mitad de “Dreamscapes” es donde el disco alza el vuelo. “Voices” es, sin duda, el momento más brillante de su viaje al fondo de la mente: de múltiples capas y compleja, la pieza ofrece una visión caleidoscópica de motivos musicales “como muchas voces que intentan empujarnos hacia un lado u otro”, ha explicado la violonchelista. Los movimientos rápidos y dinámicos de la pieza crean un efecto dramático, no del todo pesadillesco, pero ciertamente desorientador. A esta pieza le sigue “Lullaby”, que ofrece justo lo contrario: relajación absoluta. Con sus 5’43” es la composición más larga, pero también la más apacible y lírica, como una oda a la magia imperturbable del sueño. “Prayers” continúa ahondando en la naturaleza lírica de “Lullaby”, pero en su interior va surgiendo una intensidad construida con arpegios alrededor de la melodía que pone al oyente en un estado de trance, justo antes de que el tema final de “Dreamscape”, “Epilogue”, nos anuncie el despertar de lo que ha sido un hermoso sueño. ∎

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