Álbum

Dorian Wood

ExcesivaDragon’s Eye, 2023

La cantante costarricense-estadounidense Dorian Wood es una personalidad arrolladora en la vanguardia internacional. Con varios frentes abiertos, artística y musicalmente, en esta última faceta aborda también numerosos palos, desde el exotismo folclórico latino a lo más experimental, pasando por un terreno limítrofe con ANOHNI, con quien comparte identidad de género. Desde el confinamiento ha ido ofreciendo, precisamente, más muestras de esa polivalencia, con una sucesión de álbumes (y otras grabaciones más breves) de estilos de lo más variados, de los que “ARDOR” (2020) y “REACTOR” (2020), publicados, respectivamente, en septiembre y octubre de 2020 –el primero folk, mayoritariamente en castellano, a base de guitarra y voz y versiones de clásicos como “La llorona”, “Gracias a la vida” o “Macorina”; el segundo de electrónica y sintetizadores, en inglés, con composiciones propias–, fueron los más próximos al mundo de la canción. Pero a principios de 2022 inició un proceso inverso: durante una residencia artística en Loghaven, Knoxville (Tennessee), Dorian se planteó investigar la raíz de su ansiedad y cómo su respiración afectaba a su estado mental y se propuso investigar la idea del aislamiento como catalizador del deterioro cognitivo. De ahí salió “Invasiva” (2022), un disco publicado en abril del año pasado que consta de 38 minutos de drone ambient situado en los límites mismos del minimalismo, con cambios graduales de tono extremadamente tenues que sugieren una atmósfera que induce a la meditación. Y ya en 2023 publicó en abril, junto a Thor Harris, el que fuera percusionista de Swans entre 2010 y 2016, “You Are Clearly In Perversion” (2023), tres largas canciones experimentales en las que contaban con la colaboración, entre otros, de Jarboe, Carla Bozulich y Andrea Calderón. Este mismo año, además, Wood había estrenado en febrero, en Los Ángeles, “Canto de todes”, un espectáculo multimedia de doce horas de duración, del que ya había ofrecido un anticipo de cuatro horas en el Centro de Arte y Tecnología Etopia, en Zaragoza, en 2019.

Un largo preámbulo para situarnos ante su álbum más reciente, “Excesiva”, que podríamos considerar como una continuación/prolongación del concepto drone ambient de “Invasiva”. En esta ocasión, el disco, de 44 minutos de duración, es el resultado de nuevos experimentos sonoros en el campo de la música ambient como artista residente en la Residencia de Artistas MacDowell de Peterborough, New Hampshire, en otoño de 2022. La grabación registra y manipula, supuestamente, el sonido generado por el viento al soplar e impactar contra una jarra de leche vacía, además de sonidos lejanos de cantos de pájaros e, incluso, algún disparo lejano realizado por cazadores en los bosques del cercano monte Monadnock. El resultado final se acerca bastante a la sonoridad drone sobre la que ha trabajado casi toda su vida la exquisita compositora minimalista francesa Éliane Radigue. Sin embargo, “Excesiva” no cuenta con la sutileza del movimiento casi imperceptivamente gradual de Radigue, y resulta, sinceramente, el menos interesante de todos los discos que Wood ha compuesto en estos últimos tres años, incluido “Invasiva”, el más similar en estructura y resultados sonoros al objeto de este comentario, y del que “Excesiva” podría ser la cara B. Aun acostumbrado a los ejercicios minimalistas más conceptuales, la monotonía de “Excesiva” es, como propio título indica, “excesiva”. Y resulta aún más incuestionable porque ni siquiera se acompaña de un ligero fondo industrial, como sucede en “Invasiva”, sino que solo nos ofrece una languidez que tampoco funciona como música meditativa. El preámbulo, pues, sirve en esta ocasión no solo como tal, sino como llamada de atención para bucear en los otros discos citados, mucho más valiosos e interesantes. Porque el personaje Dorian Wood, pese a este posible “patinazo” (que tendrá su motivación personal, algo que no entramos a discutir), es merecedor de mucha atención sobre su propuesta. ∎

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