Álbum

Drake

For All The DogsOVO-Republic-Universal, 2023

¿Cuántos álbumes lleva Drake coqueteando con la irrelevancia? En algún momento de finales de la década pasada, quizá incluso durante la neurosis colectiva del COVID, Aubrey Graham decidió olvidarse de la música emocional con sensibilidad femenina y dejar de ser el gallo más blandito del corral para refugiarse en un resquemor masculino. Él, que siempre había sabido encontrar el equilibrio entre la vulnerabilidad del R&B y el braggadocio del rap, ahora se siente más cómodo regodeándose en la cima de la CN Tower, asqueado del mundo que asoma ahí abajo. Pese a todo, Drake –la mayor estrella masculina del planeta– es demasiado grande para fallar, y aunque su nuevo álbum dura casi hora y media y contiene 23 temas, es muy difícil que al menos dos o tres no sean pelotazos. Cualquier música que lance a estas alturas generará algún tipo de impacto, sobre todo el de monedas cayendo a raudales en sus bolsillos.

“For All The Dogs” se suponía que debía ser –dice él– un retorno al viejo Drake, lo cual puede significar mil cosas para según quién lo lea. Para mí, al menos, debería haber supuesto una vuelta a la sublimación del mood “estar-triste-pero-con-ganas-de-follar”, de esos monumentos a la (no tan nueva) masculinidad que llora. Este álbum tiene muchas cosas, pero raramente se perciben las que nos hicieron amarle en un primer momento. De hecho, es difícil entender a quién está destinado este trabajo entre saltos de género, estilos, humores y registros. Hay mucho trap, por supuesto, pero también R&B esquelético y su habitual vampirización de las tendencias en materia rap: un poco de drill y rage y mucho de llamar a los nuevos ídolos de la generación Z, de Cash Cobain a Yeat pasando por Sexyy Red. El disco también se diluye entre intros y outros alargados hasta el hastío, interludios y fragmentos simulados de radio locutados por Snoop Dogg y Sade. Es extraño porque pese a ser momentos que individualmente aglutinan algunas de las mejores ideas del LP, en el conjunto distraen y hacen preguntarse al oyente por qué lanza un álbum cuando ya le queda poco relevante que decir. ¿Qué diablos ha ocurrido para que Drake se haya olvidado de lo que lo hace único?

Hace no demasiado, las tías le tiraban las bragas cuando cantaba temas como “Marvins Room” o “Hold On, We’re Going Home”; ahora es difícil que su cada vez más rampante misoginia sea atractiva para alguien. El peor ejemplo se encuentra en “Fear Of Heights”, con un diss nada velado a Rihanna y algunas de las canciones más célebres de la caribeña (“Better him than me / Better it’s not me / I’m anti, I’m anti / Yeah, and the sex was average with you / Yeah, I’m anti ‘cause I had it with you”). Muy preocupada debe estar Riri con A$AP Rocky y sus dos hijos llevando una vida plena, sí. En 2018, aún le reíamos las gracias a Drizzy en uno de los mejores hits crossover de los últimos años, “Mía”. Ahora es imposible tomarse en serio un bodrio como el dembow “Gently”, donde Drake aburre a las ovejas chapurreando en español y olvidándose de que un día hizo oro con las melodías y los estribillos.

Lo que queda demostrado es que a Drake ya solo le queda algo de credibilidad callejera cuando se decide a hacer lo que realmente se le da bien o se olvida de cantar y deja lucirse a los invitados. Se observa, en el primer caso, en “8am In Charlotte”: un pelotazo con beat boom bap de querencias soul servidas por Conductor Williams que, además, condensa lo mejor y lo peor del rapero. Es una sucesión de golpes de revés con versos que resumen una eternidad de dominancia musical como “Things get kinky after fifteen years of dominance”, pero a la vez parece querer dejar de lado los beefs, cuando en realidad no hace más que avivarlos (aquí y en el resto del álbum). También reconforta que Drake siga sabiéndose reír del personaje que él mismo ha creado con versos en los que anima a mujeres a regalarle coches de lujo. Ocurre en una “Rich Baby Daddy” que es puro Miami Bass y el nacimiento de Sexyy Red como nueva reina del rap obsceno. Solo ella consigue en este ladrillo de hora y media que alguien mueva el culo con y por Drizzy.

Lo malo de lo que decíamos arriba, eso de que es imposible que el hombre más poderoso de la industria no saque un álbum con, al menos, un par o tres de hits, es que le hará creer que aún ostenta algún tipo de relevancia en lugar de tomarse el hiato que acaba de anunciar por motivos de salud como un momento de búsqueda espiritual e introspectiva que lo ayude a entrar en la mediana edad con más dignidad y menos mezquindad. ∎

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