El antiguo actor de “Degrassi: La nueva generación” complica con
“Take Care” la tarea a los
haters que lo ven como un tipo blando (nada más lejos de la verdad) o como una versión
light, menor de Kanye West. Es un disco ambicioso incluso dentro de los cánones del autor de la inmensa
mixtape “So Far Gone” (2009) y del álbum
“Thank Me Later” (2010) en busca de una redefinición de las reglas emocionales del hip hop y el R&B. Ambicioso en las letras –
Drake nunca llegó tan lejos, o tan adentro, en su reflexión entre sobrada y autoflagelatoria sobre los peligros de la fama– y, sobre todo, en un plano sonoro que reconduce el pop negro a territorios hasta ahora poco visitados, de sonido espacioso, filias electrónicas e intensidad minimalista.
Kudos también para su productor Noah “40” Shebib, principal
soundwriter, por atreverse a ir incluso más allá que el Kanye West de “808s & Heartbreak” (2008) en la vena atmosférico-depresiva.
“Take Care” se abre con un tema elegante pero familiar,
“Over My Dead Body”, para empezar a enseñar sus mejores cartas a continuación en
“Shot For Me”, carta contradictoria a una ex con producción de pura
bliss; sobre todo en su parte final. El single
“Headlines” agita caderas momentáneamente, pero enseguida llega
“Crew Love”, majestuoso, doliente mano a mano con The Weeknd. ¿Y qué decir de
“Take Care”, el gran triunfo posmoderno del pop de 2011? Dúo
housey con Rihanna a los mandos de un Jamie xx que retrabaja su propio
remix de la versión de Gil Scott-Heron del clásico
“I’ll Take Care Of You” de Brook Benton para Bobby Bland. Parece el Gran Hito, pero después llegan
“Marvins Room” (
“I don’t think I’m conscious I’m making monsters out of the women I sponsor till it all goes bad”) y, sobre todo, el interludio
“Buried Alive” (muy Burial) para hacerle la competencia. El disco acoge, además, en su segunda parte, temas algo más
cocky pero no menos subyugantes, como
“Under Ground Kings”, la gospeliana
“Lord Knows” o el tributo a Nicki Minaj (con
cameo de la susodicha)
“Make Me Proud”.
Dicho todo esto, “Take Care” no es perfecto: al disco le sobran quince, veinte de sus excesivos ochenta minutos de duración, que son aún más en las versiones
deluxe con
bonus. Desde
“Cameras” –casi un
remake de “Headlines”–, la intensidad y la inspiración decaen un poco, aunque
“Doing It Wrong” y
“Look What You’ve Done” consigan emocionar con chispazos de (auténtica) fragilidad; en el caso de la primera, también con la armónica de Stevie Wonder. Queda a algunos pasos de la obra maestra, pero es el disco emo-rap de 2011 y podría abrir caminos profundos, inspirar a nuevos y viejos gatos. Inspirador. ¿Existe un piropo mejor? ∎