En unos tiempos en los que confundimos los ejercicios de brutal honestidad con un talento inconmensurable; en un mundillo, el del pop mainstream, en el que eso del “disco más personal hasta la fecha” ya suena a cliché manido; y ahora que las letras de las canciones de las estrellas de turno se han convertido en una yincana lírica para que fans y periodistas traten de descifrar las intimidades de los artistas, resulta todo un soplo de aire fresco que venga Ellie Goulding, puro establishment pop británico, y te diga que “Higher Than Heaven” es “su álbum menos personal”. La inglesa parece haber pensado que ya nos hemos aburrido suficiente durante la pandemia, que de lamernos las heridas y torturarnos por relaciones personales ya andamos servidos, que ya no quiere más dramas en su vida y solo salir a celebrar y dejarse llevar por el hedonismo posconfinamiento.
“Higher Than Heaven” es, eso sí, un disco milimétricamente diseñado a nivel de sonido, en el que Goulding trabaja con un equipo reducido: Greg Kurstin (Sia, Adele), Andrew Wells (Halsey, Yungblud) y Koz (Madonna, Dua Lipa). A su habitual sonido synthpop añade los ya habituales guiños nu-disco que cualquier álbum comercial del momento exige y también algo de electrónica más sofisticada (la diva también ha mencionado repetidas escuchas a Four Tet como una suerte de garantía de credibilidad callejera techno). No ha habido espacio en el tracklist, extrañamente, para ese banger número 1 que es “Miracle” junto a Calvin Harris, trance sin almibarar que es un doble ejercicio de nostalgia, primero hacia esos tiempos en los que Flaix FM era nuestro prescriptor musical de referencia y no una web anglosajona comprada por un gran grupo editorial, y segundo a esa época en que nos dimos cuenta de que después de tantos hits irresistibles del escocés con divas pop quizá lo de la EDM no era algo tan malo como nos pintaban.
El disco es, pues, otra muestra de pop desenfadado y sin pretensiones marca de la casa Goulding que ya empieza con toda una declaración de intenciones en “Midnight Dreams”: “All I think about / You’re my energy / Feel you all around / Take me, let’s fly away / Midnight dreams”. Luego, una metralleta de hits de 180 segundos con melodías cubiertas de caramelo y estribillos que parasitan tu cerebro desde la segunda escucha. Como, por ejemplo, “By The End Of The Night”, otra toma a ese synthpop hiperactivo que todo el mundo quiere hacer ahora; toma alternativa al soundtrack de “Stranger Things” que reclama un par de versos The Weeknd y, quién sabe, ser la banda sonora del antepenúltimo trend de TikTok. Y hasta “Easy Lover”, que evita convertir “Higher Than Heaven” en un disco sin colaboraciones ni fillers (cuándo aprenderá Goulding a entender que ella se sobra y se basta para lucir en sus canciones), es un divertidísimo desvío a terrenos R&B y, sobre todo, una peineta a los fuckboys de turno. Se nota, también, la mano de Julia Michaels, compositora favorita del pop contemporáneo.
Pero no todo son buenas intenciones y en “Let It Die” afila uñas y busca un sonido algo más oscuro, disparando con puntería de francotirador a un ex tóxico que perdió “la luz detrás de sus ojos”. Es, sí, uno de los momentos en los que Goulding asciende por encima del cielo con una de esas entregas apasionadas que solo su infravalorado rango vocal puede ofrecer. Y es que, ya lo dice ella en “Temptation”: “voz de terciopelo, tez de seda”. Y añadimos también un carisma de piel de leopardo. ∎