Con 44 años ya de trayectoria musical ininterrumpida, Esplendor Geométrico –la ¿banda? de rock industrial liderada por Arturo Lanz, con el italiano Saverio Evangelista como socio único desde 1991– sigue representando una forma insobornable de fidelidad a un patrón musical tan radical y extremo como es el de la música industrial.
Si bien es cierto que ya no incluyen letras tan explosivas como las de sus primeros singles y casetes, lo que no ha decaído en absoluto es su fiereza rítmica, esa que pronto descubrieron los más atrevidos que incluso se podía bailar.
Pero no confundamos términos. Que la secuencia de pulsos rítmicos de Esplendor Geométrico se te clave insistentemente en el cerebro y te impulse inconscientemente a seguir el ritmo con los pies o agitar la cabeza con los ojos entrecerrados no significa que Lanz y Evangelista sean los Nile Rodgers/Bernard Edwards de la electrónica: además del patrón rítmico implacable, el sonido que lo envuelve siempre ha sido árido y perverso, destemplado y malévolo, oscuro y sucio.
“Strepitus Rhythmicus” aparece tres años después de “40 años nos iluminan” (2021) –el especialísimo disco con el que celebraron su cuadragésimo aniversario– y apenas seis meses más tarde que “Radial” (raster, 2023) –primer disco publicado bajo el nombre de ASA, el proyecto conjunto de Lanz, Evangelista y Uwe Schmidt, el responsable de Atom TM–, y se puede decir que es uno de los discos más representativos de su tozudez malsana. El sonido de lo que parece una máquina generadora de vacío, en “Compensación”, es lo que nos da la bienvenida a “Strepitus Rhythmicus”. Luego llegarán bucles rítmicos creados a partir de recursos disonantes, voces tomadas, aparentemente, de conversaciones con aparatos de radiofrecuencia (en “Concesión”) o de la megafonía del transporte público (en “Metro Sur”, uno de los más potentes hits del disco, en el que la voz de la empleada del metro se superpone a una base que remite al traqueteo rítmico de los vagones sobre las vías y otros sonidos hábilmente registrados y procesados, que se identifican con un viaje en tren por un túnel de ferrocarril). Sin embargo, hasta que no llega “Gravitar alrededor” (el último de los nueves cortes del vinilo, a los que se añaden otras dos piezas, “Estático” y “Entorno”, en la versión CD y digital), nunca tienes la sensación de abandonar la pista de baile del infierno. Esta pieza, con un comienzo que no desentonaría en el “The Fat Of The Land” de The Prodigy, es lo más parecido a un single apto para todos los públicos que hayan compuesto jamás… porque Esplendor Geométrico es, me atrevería a decir, una auténtica fábrica (nunca mejor dicho) generadora de singles. Otra cosa es que sean para todos los públicos… ∎