Disco destacado

Evian Christ

RevanchistWarp-Music As Usual, 2023

En 2013, hace 10 años, un jovencísimo Evian Christ, candidato entonces a nuevo enfant terrible de la electrónica europea, montó en Corsica Studios de Londres su primera Trance Party. Lo hacía aprovechando el evidente tirón que le dio su tempranísima participación en el “Yeezus” (2013) de Kanye West y defendiendo esa idea, compartida con Ye, de que los géneros están para romperse, las melodías para explotarse y los apocalipsis para acongojar.

La fiesta de trance del productor británico era de todo menos una fiesta de trance: en el primer line-up convivían Jam City –hoy vinculado a superestrellas pop como Troye Sivan y a crossovers fundamentales como Kelela– con Arca en su fase más expresionista; en el segundo, SOPHIE y Travis Scott. Y a lo largo de los años ha contribuido a consolidar a las mayores figuras del trance contemporáneo: Lorenzo Senni, Doss o Himera. Sin perder de vista el objetivo de revitalización, alejándose conceptualmente pero en lo práctico cerca de la idea de IDM, del trance y del progressive, Christ consiguió afianzar una aleación con el UK bass, con el deconstructed club, con el post-trap, con el hyperpop o con el bubblegum bass que a día de hoy, prácticamente una década después, parece casi un estándar dentro de la electrónica underground europea.

En todo este tiempo, Christ, de nombre real Joshua Leary, no había lanzado un disco como tal. Habla de una necesidad constante de perfeccionamiento, de haber rehuido la idea del álbum hasta saberse en pleno control de sus capacidades como productor. Una plenitud que llega, bajo el inestimable sello de Warp, por fin, con “Revanchist”. Un debut de madurez que lo sitúa en la historia escrita de la música de club contemporánea, uno de los mejores álbumes de electrónica de 2023 y, sin duda, una referencia fundamental ya para entender el revival que ha vivido el trance, en muchas formas y virando sus puntos de anclaje, durante los últimos diez años.

De todo ello es testigo canónico “Revanchist” al abrigo de la noche. De la unión ya indisociable de hip hop y club, de la deconstrucción de las músicas de baile, de la idea de rave futurista, del neorromanticismo hyper y del escapismo trancero. De la construcción de algo orgánico en un mundo hiperdigital. “On Embers” lo representa desde el primer momento, con un apocalipsis de deconstructed club sobre bajos distorsionadísimos de hypertrap que se va abriendo, entre glitches y cantaditas, entre pianos progresivos, hasta llegar al plenairismo cósmico y al trance ambient.

Ambiente de ruptura trancero.
Ambiente de ruptura trancero.

El respeto profundo que Christ tiene por el género no se contradice con su pulsión constante por reinventarlo, por retorcerlo, por destrozarlo: ahí está “Yxguden”, que funde la signatura eurotrance con hyperpop, con bubblegum, y que tira del clásico moderno del happy hardcore “More & More” de DJ Hixxy para construir junto al cloud rapper Bladee –vinculado al colectivo sueco Year0001– lo más parecido a una canción del disco. O ese piano tan puramente progressive de “With Me”, una cantadita de ambient trance que se mueve entre el colapso y un techno digital y cyberpunk, con sonidos de acoplamientos y crepitares espaciales. También tirando de techno oscuro e introspectivo, consigue perturbar el leitmotiv trancero que construye en “Nobody Else” a base de reinventar el “North” de Clairo: un verdadero viaje por las madrigueras de Sion mientras se cruzan ballenas eléctricas y medusas de colores.

“The Beach”, por su parte, es una absoluta maravilla de progressive que arranca con una potente ambientación cinematográfica –Enya en el recuerdo, vibras “Gladiator”–, pero todo lo clásico desaparece según entran los sintes y empiezan a construir la tensión: son los motores de naves espaciales rugiendo en pleno aterrizaje, los portales abriéndose y cerrándose, la lluvia ácida golpeando en los blindajes de cobalto. Algo parecido ocurre en “Silence”: hay algo gigante en ella, como si el universo se desplegara en toda su inmensidad al borde del abismo. Parte de un canto profundamente ritual, atemporal, milenario, pero no puede imaginarse sino en un mundo futurista, enteramente post. Posindustrial, posapocalíptico, posdigital. Las abrasivas columnas de ruido lo conducen al expresionismo.

Rehuyendo siempre el drop y buscando la catarsis en la contemplación meditativa de la hecatombe, el punto oscuro y apocalíptico y al mismo tiempo etéreo y de fantasía va a marcar toda la narrativa de “Revanchist”, del principio al final. Bienvenidos a la rave del fin del mundo, la que recibe no a la luz del sol sino al crisol primigenio brillando con más colores de los que son humanamente procesables en el cielo. Las galaxias se abren ante ti y te desvelan las insondables verdades del universo. Exactamente la música que quiero escuchar cuando arranco mi Rayfield Caliburn en “Cyberpunk 2077”… siempre preparado para un tiroteo. ∎


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