Álbum

Fat Dog

WOOF.Domino-Music As Usual, 2024

En ocasiones, los peligros de la expectación generada por un hype vienen acompañados de una verdad muy repetida últimamente: el hecho de tratarse de un proyecto a medio cocer, sustentado por una colección de tics y referencias externas que aún no sirven para definir una seña de identidad lo suficientemente consistente y atractiva. Esto mismo es lo que sucede con “WOOF.”, esperadísimo debut largo de Fat Dog que suena a oportunidad perdida.

Los problemas de este LP comienzan ya en los dos primeros cortes del mismo. En este sentido, sus supuestas virtudes, basadas en la originalidad de una propuesta articulada en torno a una variable tecno-punk-rap de atmósfera klezmer, en realidad suena tan manida como en “Vigilante”, la primera parada de este trayecto. Su continuación es “Closer To God”, pero no añade luces, sino que sigue la línea propuesta en el primer corte, aunque llegando a niveles de una épica, incluso con coros operísticos, que bebe del revelador “Angel Dust” (1992) de Faith No More. Y por aquí van los tiros, realmente. Estamos ante una versión british de la irregular banda de Mike Patton, aunque firmante de discazos como el mencionado anteriormente y “The Real Thing” (1989).

Los mejores momentos del disco provienen de las dinámicas EBM de “Wither” y “All The Same”, sin duda de lo más aprovechable de un trabajo que, por otro lado, no cumple con la premisa de trasladar el supuesto caos revitalizante generado por estos londinenses en directo.

La atmósfera trap barroca cuasi oratoria de “Clowns” también invita al optimismo dentro del nivel medio predominante. En general, los momentos que escapan de la pauta klezmer son los más aprovechables de un trabajo que, eso sí, tiene en los siete minutos de “King Of The Slugs” la definición de un modus operandi que, en este caso, sí funciona y que ya cumplió su labor de single introductorio a una supuesta revolución post-punk que, no obstante, deriva hacia terrenos de simpleza instrumental repletos de soluciones articuladas a golpe de mamporros compositivos, como en el batiburrillo tecno-punk que dirime las constantes de “Running”: cinco minutos que definen al dedillo el histrionismo innecesario de una propuesta que, por el momento, no ha cumplido las expectativas pero que, sin embargo, cuenta con el carisma suficiente para enganchar a millones de acólitos hacia su trampa.

Dicho esto, es lógico pensar que, si en algún momento son capaces de trasladar la intensidad incendiaria de sus directos al estudio y consiguen encontrar el equilibrio entre todas sus partes, quizá podamos disfrutar del caudal de emociones que nos llevan prometiendo desde hace un año, cuando irrumpieron de forma salvaje en los tabloides británicos dance-rock.

Por el momento, no queda otra que declarar como fallida esta carta de presentación –con James Ford en los créditos de producción–, que, por otro lado, cuenta con el nivel de euforia suficiente como para mantenernos a la espera de su próximo movimiento discográfico, y no tirar la toalla a las primeras de cambio. ∎

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