La cantautora, guitarrista, actriz y activista franco-malí Fatoumata Diawara, aka Fatou, lleva tiempo forjándose una personalidad artística de relevancia internacional. Y mucho antes de su relación con Damon Albarn y el colectivo Africa Express, hace ya más de una década. Desde entonces el hombre de Blur y Gorillaz siempre la ha tenido en cuenta, ya sea para colaborar en el disco “The Bravest Man In The Universe” (2012) de Bobby Womack o para ofrecerle el single “Désolé” de Gorillaz, además de invitarla en directo a ponerle esencia griot, tal como se pudo comprobar en el Primavera Sound del año pasado, en una colaboración en la que también aprovechó para dotar de africanidad a un “Broken” rescatado de “Plastic Beach” (2010).
La carrera de Fatou se inició como actriz, en Bamako. Tras girar con la troupe teatral de Royal de Luxe, le coge el gusto a cantar, primero por diversión, en cafés y clubes parisinos. En uno de ellos conoce a Cheikh Tidiane Seck, que la invitó a volver a Malí para participar en los discos “Seya” (2009) de Oumou Sangaré y “Red Earth” (2007) de Dee Dee Bridgewater. Regresa a Francia para participar en el musical “Kirikou And Karaba”. Animada por su paisana Rokia Traoré, empezó a practicar con la guitarra y a componer con ella. Y gracias a Oumou Sangaré, logra un contrato con World Circuit para editar su primer álbum. Entre las sesiones de grabación de “Fatou” (2011), que tuvo una gran repercusión en la escena de la world music, encontró tiempo para colaborar con Cheikh Lô, Afrocubism, el “The Imagine Project” (2010) de Herbie Hancock y la Orchestra Poly Rythmo de Cotonou. También participa en el disco homónimo del supergrupo “Rocket Juice & The Moon” (2008) y en el álbum “YO” (2013) del pianista cubano Roberto Fonseca, con el que realizaría una gira por Europa en 2015 de la que saldría “At Home [Live In Marciac]” (2015) en el sello Jazz Village.
Su segundo álbum, “Fenfo” (2018), le valió sendas nominaciones a los Grammy y a los Victoires de la Musique, acercándose a afrobeats, jazz, pop, rock, electro y hip hop y colaborando en dos temas con Matthieu Chedid, aka –M–, con el que ya había trabajado en el proyecto “Lamomali” (2017). Disclosure son grandes fans suyos también, como demuestra su participación en los singles del dúo “Ultimatum” (2018) y “Douha (Mali Mali)” (2020). En febrero del 2022 ofrece un revelador “Tiny Desk (Home) Concert” antes de editar el EP “Maliba” (2022), banda sonora de un proyecto de una plataforma de Google para digitalizar los manuscritos que se conservan en Tombuctú.
En su nuevo disco vuelve a tener un papel significativo Damon Albarn, que coproduce y toca teclados en varios temas, además de poner su voz en el single “Nsera”, cuyo afropop sintético glosa las virtudes de volver a casa, con un impactante vídeo, a nivel visual, filmado en Senegal. Albarn la apoya de manera incondicional, pero, lejos de imponerse, se acopla en un poliédrico sonido en el que quien manda es ella. Sus antiguos colaboradores también tienen peso específico. Así –M– contribuye a hacer muy efectivo el french touch del single “Massa Den” –en cuyo vídeo luce cual diosa Orisha–, aunque incluso ahí queda claro que la guitarra que aparece en la portada de “London Ko” no es mera decoración, sino un elemento importante de su sonido, en el que tiene un papel determinante el influjo del rock.
Hay momentos muy emotivos, como “Moussoya”, que se eleva hacia cotas celestiales con el magnífico empuje góspel del Brooklyn Youth Chorus, un coro de niños de diversos orígenes que procura otra participación, si cabe aún más sublime, en “Sete”, una preciosa balada afro-soul en estrecha conexión con sus raíces bambara. Esa esencia se entrelaza también con el funk y la música disco en “Seguen”. No puede faltar el cubano Roberto Fonseca, encargado de tumbar con sabrosura y de especiar con jazz la por otro lado completamente africana “Blues”. En el extremo opuesto, y guiñando el ojo al actual afro-rap, se agencia de los servicios del ecléctico MC ghanés M.anifest en “Mogokan”.
La incursión de la estrella afropop nigeriana Yemi Alade en “Tolon” no diluye la influencia de su admirada Oumou Sangaré ni su talante de heroína de la guitarra. El momento más vanguardista llega con los círculos concéntricos reggae-dub de la electrónica “Dambe”. Aunque para emotiva, la inyección de soul carnal que propina con su rasposa voz la pionera Angie Stone en “Somaw”, entre devaneos sintéticos y de nuevo una imprescindible guitarra eléctrica; del soul de la vieja escuela en inglés pasa al convincente blues-rock del desierto que rezuma “Dakan”, y del aire entre progresivo y motorik que respira “Yada”, con proliferación de efectos wah-wah, a un “Maya” final a modo de vaporosa balada. En definitiva, un disco que puede interesar tanto a amantes del nuevo afropop como a fans de la world music de toda la vida. ∎