Álbum

Foo Fighters

Medicine At MidnightRoswell-RCA-Sony, 2021

Sostiene Dave Ghrol, el carismático batería que, además de sobrevivir a la muerte de su cantante, se ha hecho de oro pilotando ese transatlántico rock llamado Foo Fighters, que “Medicine At Midnight” viene a ser su álbum bailable; un disco de funk y de pop, de punk con groove y electrizante hormigueo en la planta de los pies, que le debe media vida al “Let’s Dance” (1983) de David Bowie. Y por más que algo de eso encontremos en el corte titular, una suerte de copia con escuadra, cartabón y tiralíneas de los patrones rítmicos del Duque Blanco en la que Grohl incluso se lanza a replicar su voz, lo cierto es que el décimo álbum de los estadounidenses se revela pronto como otro disco más de Foo Fighters. Así de simple.

Sí que es cierto que aporta un poco de desenfreno hedonista a una banda tradicionalmente ceñuda y poco dada a moverse de su zona de confort, pero entre el ritmo mutante y las cuerdas pinzadas de “Shame Shame” y el riff monolítico de “Love Dies Young”, los estadounidenses no tardan demasiado en decantarse por lo segundo. Es así como lo que podía haberse convertido en una interesante aventura sonora se queda en otra ronda, la enésima ya, de bienintencionado jurassic rock llenaestadios. Así que ahí están, una vez más, las melodías intercambiables y los textos tirando a párvulos; los guitarrazos tallados en hormigón y los himnos de puño alzado (“Making A Fire”) sin más razón de ser que alimentar la cadena de montaje del directo; los homenajes a Motörhead (“No Son Of Mine”) y John Lennon (“Chasing Birds”); los guiños autorreferenciales (¿cuántas veces serán capaces de grabar “Waiting On A War” bajo diferentes títulos?)... Lugares comunes y zonas ya trabajadas a las que regresan con destreza de contorsionista oriental mientras confirman que, a punto de ingresar en su tercera década de actividad, su supervivencia como emporio rock pasa precisamente por no desbordar su propio cercado. ∎

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