Gira. El mundo gira en el espacio infinito. Y del hip hop que empezó en Soundcloud a mediados de los 2010 no quedan ni las migas. Los sad boys europeos como Yung Lean se quedan sin ideas y se refugian en sus casas, los norteamericanos se han acomodado en la primera línea, y ya sabemos que la primera línea significa siempre ir borrando las etiquetas. Al final da igual de dónde salieran Lil Uzi Vert o Playboi Carti, da igual lo que llamáramos mumble rap. Para ser francos: los que no han sucumbido a la pandemia de antidepresivos, Xanax del mercado negro y fentanilo han terminado haciendo, simple y llanamente, rap. Si a esto que oteábamos a finales de 2019 le sumamos otra pandemia global, la del coronavirus, lo que tenemos es un panorama incierto que deja en tierra de nadie a los adeptos del género.
Con Goa nos pasó un poco lo mismo: “Inmortal”, a finales de 2019, nos supo un poco a repetición de fórmula, a “estancamiento” en una carrera breve e hiperactiva; y, cuando “Love Is Hell” llegó en 2020 como un bálsamo volviendo a empujar los límites del emo trap hacia direcciones inusuales (desde el heavy metal a la PC Music), el COVID nos dejó sin giras. Pero no sin Goa. En lugar de dar un paso atrás, se presentó en la Sala 0 de Madrid en noviembre con una doble fecha acompañado solo por Pochi a los teclados y percusiones y Nacho Bluemony a la guitarra para repasar sus mejores temas en formato acústico. De aquellos conciertos sale este “Unplugged”, fijado en estudio, que supera bastante lo que podría esperarse de él.
Un disco que recuerda y mucho a la serie de “MTV Unplugged” que desnudó a los grandes mastodontes del rock de los 90, que hizo aflorar de una manera más cristalina el imaginario sonoro de sus autores. Resulta ser más grunge de lo que pudiera parecer, y resulta que así brillan más algunas de las excelentes melodías, herederas de Nirvana y de Oasis, como las de “Sleepy Hollow” o “Hennessy”. Y resulta también que es más de aquí de lo que imaginábamos: imposible no acordarse de algunos Viñas de mediados de los 2000, de La Fuga, de Rulo y La Contrabanda y de Extremoduro (“Me duele”, “A esto lo llamo amor”, “Ángel caído”). Sobre todo, nos pone frente a un Goa valiente que se atreve incluso a llevarse “Idgaf” al pop y destrozar “Yeyo en mi iPhone” (la excepción que confirma la regla) y que es capaz de baladones como “El precio del poder”. Un Goa desgarrado, entregado a sus letras, sin efectos ni make-ups y seguro de sus canciones. Las canciones lo pueden todo. ∎