“Dream Baby” devuelve al cuarteto Gold & Youth al cuadrilátero tras un lejano primer combate (“Beyond Wilderness”, 2013) que no consiguió promocionarlos fuera de la escena local de Vancouver. Ahora apuntan a lograrlo, especialmente de cara al mercado norteamericano, con un segundo trabajo que amplía el espectro sonoro de este combo liderado por Matthew Lyall, quien comparte funciones vocales con la bajista Louise Burns, que a su vez milita en la banda Lillix.
Quien coja por primera vez el sonómetro para medir el sonido que desprende la banda canadiense encontrará una amplia marisma de influencias y estilos que, de entrada, los podrían dejar varados cerca de las orillas del indie pop de la primera década del pasado siglo, pero conectados también a efluvios que van del art pop, el synthpop y el dream pop a la new wave. Una disparidad de estilos e influencias traducido en sus más y sus menos a lo largo de la escucha de estos diez temas que componen su segundo intento discográfico.
La sombra de Editors parece vislumbrarse en el primer play del álbum. “The Worse The Better” es una cinta transportadora hacia el indie pop inglés de finales de la primera década del 2000 y principios de la siguiente solo apto para nostálgicos del asunto.
Le sigue un intento por acercarse a los mandamientos de Leonard Cohen en la reconfortante “Empire State Of Mind”, la cual se diferencia del corpus sónico del bardo de Montreal por un crescendo sintético que podría salir de la carpeta de borradores de Anthony Gonzalez o de, otros canadienses, Arcade Fire.
Alcanzan una de las notas más altas del álbum con “Blush”, corte que vacila entre una melancolía tenue y una progresión contenida: entre The National y The Kills, con la inestimable aportación vocal de Louise añadiendo corporeidad y magnetismo.
En “Ruins”, la propia Louise muta en la versión canadiense de Victoria Legrand para abrazar sin remilgos el dream pop de ritmo expansivo en un nuevo balanceo entre estados introspectivos y alicaídos y pequeñas salidas rítmicas de euforia controlada, mientras que Lyall recupera la interpretación solemne, entre Tom Smith y Brandon Flowers, en la inflada “Dying In LA”.
Coronan la cúspide del álbum con uno de los cortes más álgidos del curso musical 2021 en la disciplina pop. Bañado con otra cascada de nostalgia áspera, “Maudlin Days (Robocop)” cala en el oyente gracias a su hermoso dúo vocal y un preciso temporizador sujeto a esa estructura in crescendo con el que blindan el recuerdo de la misma.
Con “90s Night” descienden de lo alto del risco con una atrevida mutación hacia el art rock en la que Lyall aspira a dar réplica al Duque Blanco mientras el acompañamiento circunda cerca de los lindes de LCD Soundsystem.
Una nueva muda de piel emparienta el proyecto de Lyall con Depeche Mode y el synthpop ochentero en la olvidable “Bohemian Grove”.
Ciertos altibajos, especialmente en su tramo final, que no afectan sobremanera el discurrir complaciente por este álbum detenido en algún punto del pasado reciente, cuando sin duda hubiera obtenido mayor aprobación. ∎