Disco destacado

HAAi

Baby, We’re AscendingMute-[PIAS] Ibero América, 2022

Teneil Throsell, más conocida como HAAi, era una verdadera creyente de la religión de la psicodelia (a esto se dedicaba con el dúo Dark Bells) hasta que vivió una experiencia religiosa en el club berlinés Berghain con un set de Ben Klock. En tiempo casi récord se había convertido en DJ codiciada y productora prolífica con hogar, primero, en su sello propio Coconut Beats y, desde 2019, en la reputada marca Mute. Todo ello sin abandonar las enseñanzas psicodélicas: la búsqueda deliberada de la confusión y el desvanecimiento marcó sus aventuras synthpop (el 12” “Be Good”, de 2017), ethno-techno (el EP de casi 40 minutos “Systems Up, Windows Down”, de 2019) o junglistas (“Put Your Head Above The Parakeets”, de 2020).

La pandemia puso un freno a la imposible agenda de HAAi, quien nunca había tenido problemas para enlazar fines de semana sin descansar: algo bueno puede tener el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, que hace poco descubrió tener. Pero de no ser por el confinamiento, quizá ahora no estaríamos hablando de su primer álbum, “Baby, We’re Ascending”, en el que Teneil canalizó toda su energía –hiperactiva: los cortes tienen giros de vértigo– y también toda su aflicción por el estado del mundo. El disco es un constante tránsito entre luz y oscuridad, entre una euforia sucia pero celestial y bajones preciosos.

Tras una intro de chirridos maquinales, blips y blops (“Channels”), llega el primer banger techno: “Pigeon Barron”, de tacto orgánico y pálpito ensoñador, con todos los pequeños elementos en lidia y el (súbito, breve) cambio de sentido que se esperan de una brillante productora con TDAH. Sigue la hiperbalada “Bodies Of Water”, cantada por la propia HAAi, otra vez sin miedo a elevar suavemente la voz mucho tiempo después de “Be Good”. Este último tema hace buena pareja con “Biggest Mood Ever”, electropop melancólico con voces, en este caso, de Alexis Taylor de Hot Chip.

El plural del título del álbum no es mayestático: estamos ante el lanzamiento más colaborativo de HAAi, el que reúne más voces, más ámbitos. Orgullosamente queer, produjo “Human Sound” a medida del poeta y activista trans Kai-Isaiah Jamal, que hace una gran aportación spoken word; la parte cantante la trae Obi Franky, también presente después en el delirio tech-house “Purple Jelly Disc”. Y quizá el mejor tema del álbum sea el titular, colaboración bigger than life con Jon Hopkins, alma gemela de HAAi en su capacidad para combinar toques delicados y melodías de sinte románticas con graves de los que remueven estómagos y breaks rompehuesos. “Baby, We’re Ascending” acaba siendo salvaje sin dejar de buscar la catarsis sentimental. Esa renovada apuesta de Throsell por la emoción ya se oía en su colaboración con Romy y Fred again.. (“Lights Out”) o en su remezcla del “Lifetime” de la primera.

Después de esos seis minutos y medio, HAAi podría despedirse e incluso jubilarse (Dios no lo quiera), pero la recta final del álbum aún guarda un par de joyas como “Orca”, como la banda sonora de una expedición ballenera que acaba rendida a los cantos de su presunta presa, y la final “Tardigrade”, otra nubosa balada electropop para dejarse invadir por la mejor tristeza. ∎

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