La suerte le ha sido bastante esquiva a HTRK: basta con echar un ojo a la historia del proyecto australiano para detectar una especie de maldición que los ha convertido en uno de esos secretos que necesitan ser excavados para disfrutarlos en toda su intensidad.
Su primer EP (“Nostalgia”, 2005) fue una autoedición de la que apenas circularon 500 copias (hasta que Fire lo recuperó en 2007 y 2019 en distribuciones más normalizadas), y su primer LP, “Marry Me Tonight”, con coproducción de Rowland S. Howard (con quien colaboraron en “Pop Crimes”, el segundo álbum en solitario del excompinche de Nick Cave, publicado dos meses antes de que el cáncer acabara con él), se grabó en 2005, pero permaneció en el limbo hasta que Paul Smith le dio salida en 2009 en Blast First Petite.
Desde entonces, un vagabundeo por varios sellos (con Ghosty International como principal punto de anclaje) con el pozo de la tragedia fechado en 2010, cuando el bajista Sean Stewart apareció muerto (suicidio) en su domicilio londinense.
Pero ninguno de estos obstáculos ha impedido a Nigel Yang y Jonnine Standish seguir creando música hermosa y misteriosa armados con guitarra, programaciones, percusión y voz, música que siempre ha huido de la pirotecnia y los grandes fastos para anidar en canciones de serena introspección contaminadas, cuando la ocasión lo requiere, por intromisiones de ruido desestabilizador.
Tras “Venus In Leo” (2019), Yang & Standish proponen en “Rhinestones” la absoluta depuración de su estilo, su álbum más desnudo y esquelético, un diario en nueve canciones ancladas en el levitante sueño de un country & western imaginario y narcótico que reformula con absoluta naturalidad los terrenos horadados por Mazzy Star o los primeros Cowboy Junkies.
Viñetas de una economía deslumbrante que recorren senderos, en palabras de Yang, sobre la amistad, la pérdida y su fuerza redentora.
La voz de Jonnine flota embrujada entre una condensación atmosférica etérea y nocturna: canciones como “Kiss Kiss And Rhinestones”, “Valentina” y “Sunlight Feels Like Bee Stings”, la tríada inicial, se antojan (son) una reformulación lynchiana de lo que entendemos por country, una especie de postal encontrada entre la arena de Joshua Tree con huellas de un Gram Parsons sumergido hasta la coronilla en fuentes termales de opiáceos.
Hope Sandoval (again), Anika o el Dean Blunt de “BLACK METAL 2” también pueden servir de brújula para dirigirse hacia el campo magnético del dúo de Melbourne: pura ambrosía destilada desde las sombras pero que ilumina con fuego rincones para los peregrinos del mejor folk-rock cortavenas. Acércate a “Reverse déjà vu”, “Straight To Hell” o “Real Headfuck” y te convertirás sin remisión en permanente adicto al vapor poético de HTRK. ∎