Álbum

Interpol

AnticsLabels-EMI, 2004
Ante la necesidad (o la obligación) de desmarcarse de unas comparaciones que les resultan cada vez más odiosas y reivindicarse como “conjunción de cuatro personas aisladas” (ver Rockdelux 221), Paul Banks, Daniel Kessler, Carlos Dengler y Sam Fogarino han jugado la baza de la evolución para convencernos (y convencerse) de que lo suyo es diferente. No es lo mismo, que diría aquel. Este y no otro parece ser el principal objetivo de “Antics”, un segundo asalto donde la evolución pasa por sacrificar el nervio y la garra de “Turn On The Bright Lights” (2002) y apostar por unas melodías más sencillas, algo más reflexivas y, en ocasiones, bastante previsibles.

Menos impulsivos y más cerebrales, los neoyorquinos abandonan el negro riguroso para adentrarse en una apacible gama de grises guiados por los teclados filomísticos de “Next Exit”. Siguen presentes los guiños a Joy Division y las erupciones de pulsión eléctrica resueltas con maestría (“Slow Hands”, “C’Mere”), pero la voz de Banks suena aquí más melodramática que angustiada. Sin ir más lejos, “Not Even Jail”, con esas guitarras cristalinas y ese ritmo entrecortado, sería el mejor ejemplo de cómo la claustrofobia de antaño ha encontrado salida en líneas melódicas más accesibles.

Normalizada la desesperación y asimiladas mejor las influencias, “Antics” viene a ser el disco de descompresión de Interpol. Puede que hayan perdido parte de ese misterioso encanto y acaben sonando algo plomizos y grandilocuentes (“Public Pervert”), pero, ojo: canciones como “Evil”, con ese juego de bajo y batería que parece importado del “Bossanova” de los Pixies, bien merecen una (segunda) oportunidad. ∎

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