IzangoMa significa en zulú alguien que cura, y es el nombre de un colectivo sudafricano-mozambiqueño afincado en Pretoria que lideran Sibusile Xaba (voz, guitarra, teclados, arpa de boca, mbira) –autor de los once temas y de dos álbumes muy interesantes; su debut en 2017, el disco doble “Unlearning” y “Open Letter To Adoniah”, y “Ngiwu Shwabada” (2020), en el que colabora Shabaka Hutchings– y Ashley Kgabo (sintetizador, voz, percusiones, caja de ritmos). Su esplendoroso y sustancial debut ha sido publicado por el sello británico Brownswood del conspicuo Gilles Peterson, que también editó en mayo el nuevo disco de Bokani Dyer, “Radio Sechaba”, el sexto ya de un pianista y compositor originario de Botswana convertido en un adalid del jazz contemporáneo de Ciudad del Cabo.
En Bandcamp definen el contenido de “Ngo Ma”, sintetizando mucho, como Sun Ra en el township. Pero es mucho más que jazz, siendo este sustrato fundamental en el desarrollo de unos temas que beben también de varios estilos africanos, mezclando influencias del kwaito, mbaqanga, marabi, maskandi, pantsula y mbube, además de los tambores nyabhingi jamaicanos y un fuerte poso de electrónica y sonidos sintéticos que contribuye a dar al todo un tono cósmico.
Para hacerse una idea más detallada del sonido, es necesario mencionar al resto de músicos y sus instrumentos: Khanyisile Mtshobile (voz), Fakazile Nkosi (voz), Neo Erasmus (voz), Malusi Masia (saxo alto y tenor, flauta), Abraham Mennen (saxo soprano), Jack Mcwabe (trompeta), Yao Agbodohu (djembe, voz), Mthokozisi Mazibuko (congas), Soares Bruno (maracas, percusión), Omar Machava (cencerro, percusión), Virgilio Faruk (guitarra) y Thapelo Khumisi (Rhodes). Mucha percusión y vientos que son determinantes en el mood de “Tribute To Johnny Dyani” (contrabajista legendario que formó parte del grupo The Blue Notes, junto a Chris McGregor, Dudu Pukwana y Mongezi Feza; huyendo del apartheid en 1964, hizo carrera en Europa grabando junto a Don Cherry, Steve Lacy y un largo etc.), un tema que explora tanto la vertiente free jazz del homenajeado como aporta un aroma experimental afro-electro-psicodélico, con proliferación de efectos siderales y determinantes pasajes vocales, que incluyen coros que harán las delicias de los fans de Ladysmith Black Mambazo y las Matohella Queens, junto a una prominente voz que declama a lo poeta-chamán y barullo de niños.
La libertad total del colectivo se impone desde el tema inicial, “Agenda Remember”, mezclando borbotones sintético-espaciales, crujidos fantasmagóricos, piano minimalista y una voz en la cuerda de Benjamin Clementine y Desire Marea. Este mantra sirve de introducción a “Birds (Of A Feather)”, que los acerca al techno deconstruido del sello Warp, pero jugando con maestría a combinar texturas electrónicas y orgánicas, como si fuera drum’n’jazz. El tema con más escuchas en las plataformas es el single “City Lights”, sustentado en un mar de percusiones, incisiva guitarra, un recitado spoken poetry, masa coral entre el township y la alucinación y un saxo de determinante influjo jazz.
No en vano cuando le preguntan a Xaba si se atreve a definir su música, no duda en calificarla como “un viaje de hongos enlazado con unos y ceros”, o lo que es lo mismo: psicodelia tecnológica. Aunque con la africanidad siempre por bandera, con un “La Nna Mfana” que vuelve a incidir en la música coral, los devaneos jazzies con flauta y frecuencias graves propias del dubstep, sin olvidarse de una guitarra cantarina ni de un piano prominente, entre descargas de djembe.
Música totalmente libre que se permite en “Mgungundlovu” alargarse hasta los trece minutos, en una demostración de creatividad que alterna un saxo, que parece deudor de Ornette Coleman, con un Rhodes totalmente cálido y una atmósfera que es como el “Fourth World” de Jon Hassell, pero del espacio exterior, por el que flotan, entre interferencias ambient, la reverberación del arpa de boca y una voz que pide la reconexión con la naturaleza; esta mezcla de plegaria y minisinfonía galáctica, culminada de nuevo por unos coros femeninos excelsos, nos lleva al tema titular, un “Ngo Ma” de diez minutos que es otra muestra del poderío electro-acústico de este imaginativo colectivo, que de nuevo conjuga con maestría canto primordial y armonías vocales, electrónica vanguardista y un poso en el que late el lenguaje del jazz, uniendo ritmo lujurioso, efectos dub y el tono solemne que imponen los cuidados coros y arreglos de metal, logrando una música que, como bien indica “Out Of The World”, es como si estuviera fuera de este mundo; aunque no tanto, ya que por encima de cualquier cosa invocan en la canción al sweet love.
Un disco lleno de gran espiritualidad, no exenta de fantasmagoría en un “Phew” sustentado por likembes y efectos distorsionados, que es como un viaje de ácido en plena selva. Un disco que habla del potencial de la democracia, de las lenguas y de la civilización en “Q&A”, un collage sónico, con voces alteradas y sintetizadores, que parece inspirado por el storytelling de Laurie Anderson. Un disco que se despide con “Wathint’ Imbokodo”, una fiesta en la que combinan fervor coral zulú, el funk-jazz de una marching band y ese halo techno repetitivo que contribuye a hacer su propuesta única y muy recomendable. ∎