En los primeros compases del confinamiento, parecía que no eras una diva de pleno derecho si no sacabas música de influencia disco. Ciertamente, “What’s Your Pleasure?” (2020), de Jessie Ware, fue una de las piezas capitales –junto a Dua Lipa, Róisín Murphy y Kylie Minogue– de ese revival que aún hoy da coletazos. Un trabajo que supuso un renacer para la británica: éxito de crítica, consolidación como icono incontestable de la comunidad LGBTQ+, su primera nominación a Album Of The Year en los BRIT Awards y telonera de Harry Styles.
Del mismo modo que para ese “What’s Your Pleasure?” Jessie Ware fue atrás en su discografía para impulsar hacia delante su carrera reencontrándose con la bola de espejos, para su continuación, “That! Feels Good!”, parte de aquella fórmula ganadora sumando el sonido bombástico de su etapa como gran baladista certificada en “Glasshouse” (2017), y apropiándose del espíritu estrictamente underground y marginal de la música disco. Inspirada en Prince y Fela Kuti, este nuevo álbum abandona el esmalte electrónico de su predecesor para incidir en un aire más funk, gracias a la inestimable aportación a los vientos del octeto afrobeat Kokoroko, pero también más camp. No es casualidad que su fichaje estrella haya sido un Stuart Price (Madonna, Dua Lipa) que se suma al ya habitual James Ford.
Todo el ethos hedonista de este “That! Feels Good!” converge en la pieza titular, que también sirve de arranque del disco. “La libertad es un sonido, y el placer es un derecho”, comanda con autoridad Ware en esta canción que también tiene mucho de orgiástico. Una bacanal en la que participan –con su voz– Roísin Murphy, Kylie Minogue, benny blanco, Jessie Ware madre y hasta un exnovio español. A partir de ahí, sirve un battle royale de himnos disco queer de la que salen ganadores ex aequo “Free Yourself”, house de divas a todo volumen con mensaje de liberación y apelación al carpe diem, y “Pearls”, máquina de seducción masiva que es un 10/10 en voz, producción y, sobre todo, en no tomarse a sí mismo demasiado en serio. Y hablando de pasárselo en grande, pero también de desviarse del contexto setentero del disco, ojo a ese grower que es “Freak Me Now”, reivindicación del french touch con no pocos paralelismos con el “Horny” de Mousse T. O a “Shake The Bottle”, descendiente directo de la new wave cómica de The B-52’s, donde Ware repasa teatralmente los pros y contras de diversos pretendientes.
Una fiesta como esta no sería completa sin momentos para salir a tomar el aire y “Lightning” suena a pausa para el cigarro. Rítmica boom-bap y atmósfera de medio tiempo clásico R&B que respira sexualidad y vulnerabilidad a partes iguales. Es un rollo más terrenal que también se puede apreciar en el tierno soul de “Hello Love”, inspirada en Donny Hathaway y vehículo para el lucimiento del rango vocal de Ware, pero también del majestuoso, casi cinematográfico, acompañamiento de vientos de Kokoroko. Sirve, pues, para rubricar el recorrido ascendente de la británica, hermanar las muchas etapas por las que ha pasado en sus cinco álbumes y cerrar un círculo casi perfecto. ∎