Tras el inesperado
“Folk Souvenir” (2016), la mallorquina
Joana Gomila da otro golpe de timón con
“Paradís”. En estrecha alianza con Laia Vallès, acomete un trabajo en el que la deformación vocal vía vocoder, a la manera de su admirada Laurie Anderson, adquiere un tono destacado, tal como evidencia la canción inicial que titula el disco. También recurre a la spoken poetry, incluso en italiano en un
“Dianita” con una voz entre el vocalese jazzístico y los gorgoritos de la ópera. En temas breves, que en algún caso no alcanzan los dos minutos, como
“Ei, ei, ei”, su folk se tiñe de un halo sintético.
Y cuando las canciones se vertebran siguiendo la tradición oral, caso de
“Els ametllers”, las disonancias e interferencias se imponen a lo folclórico. Hay algún remanso en el que la pureza de la voz, cantando y recitando, domina los arreglos espectrales, como
“Ses flors”, en conexión con la estoica solemnidad de
“Ses aigües són salades”, que une a Maria del Mar Bonet con Holly Herndon.
La frialdad robotizada del vocoder se vuelve a imponer en
“Deliris”, juntando experimentación electrónica con canto rural, a Bon Iver y Alan Lomax. Tampoco falta el sentido del humor en
“Jota dels hereus”, en la que enumera los complejos hoteleros que han destrozado Mallorca. Teclados, sintetizadores y
samples son la única decoración, proporcionando paisajismo ambient a
“No tenim mapes” y minimalismo de cámara con piano a
“Si mir la mar”.
En
“Preludi 28º15’”, conectado a
“En tornar”, la pureza de la voz de nuevo retrotrae a los ancestros, sobrevolando arreglos orquestales. El final,
“Illa”, con voces que cantan y recitan superpuestas, es una elegía por un paraíso que se desvanece, incidiendo en un vanguardismo a prueba de comercialidad que le han ayudado a plasmar Jaume Manresa y Joan Miquel Oliver (ex Antònia Font). ∎